Cine y Teatro https://granizo.uy Thu, 23 Jun 2022 12:45:39 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.5.2 https://granizo.uy/wp-content/uploads/2021/02/cropped-35479380_2119724648259311_9137196494472871936_n-32x32.jpg Cine y Teatro https://granizo.uy 32 32 194878474 El empleado y el patrón:  el cine como arte  https://granizo.uy/2022/06/15/el-empleado-y-el-patron-el-cine-como-arte-%ef%bf%bc/ https://granizo.uy/2022/06/15/el-empleado-y-el-patron-el-cine-como-arte-%ef%bf%bc/#respond Wed, 15 Jun 2022 12:45:09 +0000 https://granizo.uy/?p=1040

Escribe Luis A. Fleitas

 Un disparador.  No debería ser posible, pero lo fue. Un cancelación de función teatral por enfermedad del protagonista, tuvo como improvisada consecuencia terminar yendo a ver lo único que comenzaba a esa hora del sábado de noche en la sala más próxima, la película argentina Las Rojas (producción Argentina-Uruguay, 2021, dirigida por Matías Lucchesi, con Mercedes Morán y Natalia Oreiro). El resultado, un film de trama estereotipada llena de arquetipos de buenos contra malos, diálogos horrorosos que todo lo explican, y una previsibilidad rayana en la zoncera, más allá del final que pretende ser desconcertante pero que solo es un extravagante recurso, falso y artificial por donde se lo mire. Hasta la música resulta empalagosa, recurrente, repetitiva, una suerte de instrumental country amilongado, que durante toda la cinta insiste machaconamente en ambientar anticipos de clímax. Para colmo, pese a su estatura actoral Mercedes Morán debe encarnar a una paleontóloga mezcla de sabelotodo, mujer segurola y cowboy femenina, verdaderamente insufrible. El peronaje, no la actriz.

 Lo que sobrepasa el cúmulo de desaciertos son las locaciones, un paisaje mendocino precordillerano hermosísimo, y la formidable fotografía que lo retrata. Al punto que la pregunta inevitable de cómo se puede hacer una película tan mala con un paisaje y una fotografía tan bellos, desemboca en una también inevitable comparación.

Una obra de arte cinematográfica. A muchos cuerpos de distancia –para utilizar una terminología hípica muy afín a la película-, El empleado y el patrón (coproducción Uruguay, Agentina, Brasil, Francia, 2021, dirección de Manuel Nieto Zas), también en cartel, demuestra que un paisaje y su fotografía pueden, por el contrario, ser utilizados con rigor e inteligencia al servicio de una historia y sus significados.

          Por supuesto que todo cine es entretenimiento, ya en su sentido puramente lúdico  como en su sentido más profundo de educar, divulgar o hacer pensar, pero mientras que películas como Las Rojas son mero entretenimiento, comercial y del peor, películas como El empleado y el patrón, por su compleja elaboración, su concepción y su propósito, son arte. 

Manolo Nieto elige contar su historia ubicándola en un contexto muy preciso: la zona rural del norte del país, campos entre sierras y caminitos de tierra colorada, cerros con cúspide chata, arroyitos, montes achaparrados, un hospital y un quilombo típicos del interior, la casona de la estancia, el rancherío donde vive el peón, y para culminar una tradicional y típica carrera de caballos: el raíd por ruta. Todo ello retratado por la exquisita fotografía de Arauco Hernández Holz. Y es en ese marco preciso donde el director  ubica los sucesos con  maestría, de manera que el paisaje forma parte de la narración dotándola de sensaciones y significados que se trasmiten al espectador. Así la cámara trasmite una sensación de vaga ominosidad  y de destino que se cierne entre mundos inconexos mientras muestra al joven patrón Rodrigo en su trayecto al encuentro del ex capataz Lacuesta y de su hijo Carlos, el futuro joven empleado, en una larga secuencia, primero en su poderosa camioneta Mitsubishi doble cabina, y luego a pie adentrándose en el silencio de ranchos desolados y más allá por el campo solitario que reverbera bajo el sol norteño, hasta arribar al campamento en el monte. Otro tanto ocurre cuando el joven empleado recién enrolado a trabajar como conductor de maquinaria agrícola (cosechadora o moderno tractor con tolva), va hasta los lindes del campo del patrón en el atardecer. Allí a contraluz y contra el horizonte, tras el alambrado, ve las figuras oscuras e inmóviles a caballo que lo contemplan mientras se acerca, escena que recuerda la estética de los westerns; en realidad se trata de la familia del protagonista que lo ha ido a saludar, pero la singular escena que antecede al saludo, con su contraste sombrío y silencioso, es la antesala no explícita pero insinuante de la tragedia que va a constituir el desencadenante de la historia. Sencillamente magistral.

En ese marco rural, la historia que cuenta la película sin embargo está lejos del pintoresquismo o del regodeo costumbrista. Es absolutamente actual, y sus protagonistas son jóvenes de hoy con sus vivencias del mundo contemporáneo como el consumo de drogas, el desplazamiento de la primacía masculina en la pareja, los temores de la paternidad, o los problemas de la producción y el embarque de soja. Al mismo tiempo  trasciende la anécdota y trata de una manera sutil y compleja una cuestión tan vieja como las relaciones de trabajo entre los seres humanos. Pero, y este es otro de sus mayores hallazgos, lejos de contar  un conflicto lineal, el film  construye un elaborado contrapunto de paralelismos y sugestiones.

 

Paralelismos. Uno de los métodos narrativos más aplaudidos de la ya no tan nueva generación de cineastas uruguayos, desde Juan Pablo Stoll y Pablo Rebella (en Whisky), Álvaro Brechner (en Mal día para pescar, o Kaplan), Aldo Garay (en La espera), al propio Manolo Nieto (no en vano fue asistente de dirección de los dos primeros en Whisky y en 25 Watts), es el elegir mostrar, contar mediante imágenes. De esa forma los perfiles contrapuestos entre el patrón, Rodrigo, y el empleado, Carlos, no se explicitan sino que  nos son relatados a través de lo que vemos.  Es la cámara la que nos muestra sus respectivas viviendas, sus vestimentas, sus parejas, sus hijos, aspectos, y en definitiva sus formas de vida, sus mundos contrapuestos.  Y simultánea e independientemente de esas diferencias, se nos exhibe lo que tienen en común como su extrema juventud, y ser hijos respectivamente del patrón originario y del antiguo capataz a su servicio; ambos también son colocados como nuevo patrón y como nuevo empleado por sus respectivos padres, y por tanto los dos son novatos e inexperientes en sus roles. Ambos tienen una pareja joven, y un pequeño hijo.

El incidente trágico que será el eje central y el  acelerador de la historia, también tiene que ver con ese paralelismo que la película plantea desde el principio: una cosa serán los avatares sanitarios del pequeño hijo del patrón que con sus vaivenes terminarán de manera esperanzadora y otra el destino de la pequeña hija del empleado. Conforme a la técnica narrativa  elegida, lejos del discurso detallado y explícito, la película se limita a mostrar lo que ocurre a uno y otro.

Los paralelismos no se restringen al empleado y al patrón. Por el contrario, se proyectarán en múltiples imágenes, como la del antiguo patrón regodeándose en su casona tomando whisky caro con sus amigotes y dedicado a la cría de caballos de raza para la venta a “los árabes”,  y la del antiguo capataz, Lacuesta, acampando con su familia en un pequeño monte achaparrado para realizar tareas de alambramiento en medio del campo y llevando a cabo con su hijo Carlos la caza del chancho jabalí por pajonales tupidos con toda la rudeza y primitividad que ésta implica y que tan bien muestra la imagen del perro despanzurrado. Por otra parte del lado de los Lacuesta hay del mismo modo un caballo criollo protegido, respetado y cuidado.

También contrastan las mujeres de los nóveles patrón y empleado: la de Rodrigo, joven, bonita, consumidora de drogas, dominadora y celosa de su hijo en su relación con su esposo, trata con desdén a la mujer del empleado que a su vez pasa a ser empleada suya, y la joven mujer de Carlos dañada por la tragedia, que revela su rabia desafiando abiertamente a su patrona con una frase memorable que funciona como parteaguas en la narración: “Mirá que yo si quiero, a vos te puedo hundir”. Las terribles secuelas de su padecimiento físico recién nos es revelado en la escena notable del desnudo de la joven, que utiliza la técnica del claroscuro en la habitación apenas iluminada con una luz tenue y amarillenta casi como por una vela.     

 

Lo no dicho. Pero lo más interesante de la película, lo que la atraviesa como una espina o clave a todo lo largo de su columna vertebral, es lo no dicho o apenas sugerido.

Efectivamente, nunca terminamos de saber en qué términos está planteado el conflicto. Deliberadamente se menciona por un lado la aplicación de la ley de responsabilidad penal empresarial que podría llevar a la cárcel al patrón, y por otro, se sugiere que podría haber en ciernes una demanda de dinero por parte del empleado o su familia, pero sin definir los términos exactos de la cuestión en los diálogos escuetos de los protagonistas y en las fugaces apariciones de los delegados sindicales y del abogado de la familia del patrón.

Amén de que es el director quien conduce el tema con sabiduría, proporcionándonos una información muy dosificada a efectos de mantener la intriga y la incertidumbre, lo más importante desde el punto de vista cinematográfico es que esa incertidumbre surge del contraste en los paralelismos, una constante de la película. Mientras que en el plano del patrón y su familia  se comenta el temor a la cárcel o al reclamo de una importante demanda de dinero, en el plano del empleado y su familia todo es ambiguo y permanece oculto, difuminado entre las sombras de lo que no se dice o se dice a medias, de un hermetismo propio o más típico de la gente humilde del interior, y del temor atávico a las represalias patronales. En este sentido, la actitud de Carlos es impresionante: no se sabe si su silencio obstinado y hierático y sus escasas palabras se deben a un rencor lentamente masticado que da pie a una elaborada venganza, si reacciona en el final espontáneamente ante la visión del cruel y agresivo apartamiento de su esposa del hijo de la patrona por parte de ésta, o si todo se debe a la adversidad y al destino que teje una trama imprevista. Su leve sonrisa en la escena final, cuando le abre la portera para que salga Rodrigo en su camioneta y se cruzan sus miradas, parecería indicar cualquiera de las hipótesis; más es solo eso,  un breve gesto de sorna.

Tampoco quedan nada claro otros aspectos. Rodrigo se muestra como un joven inseguro, lleno de incertidumbres ante las tareas frente a las que ha sido colocado, y también respecto a su matrimonio y a la relación con su esposa.  Es igualmente incierto su relacionamiento con Carlos y  su intento de solidarizarse y ayudarlo, pues no se sabe si lo hace sinceramente o, instigado por la desconfianza y el desprecio que su familia (su esposa, su padre, su madre) le trasmiten, para evitar que el empleado lo demande. El prejuicio, el desprecio, el dolor y su producto visible  el rencor,  parecen merodear y crecer entre ese cúmulo de sinuosas interrelaciones.

 

Contar una historia. Esto nos permite situarnos en el punto de vista exacto de la película, que no es el ideológico o político, y que podría conducir a los vaivenes discursivos y analíticos de la lucha de clases, las desigualdades sociales y las crueldades e inhumanismos de patrones rurales. Mucho se ha hablado y escrito a propósito de esta película respecto de esos tópicos  y demás formas de maniqueísmo, tanto en comentarios de la crítica como en entrevistas a su director. Como lo aclara con lucidez el propio Manolo Nieto en entrevista de Martin Imer para  Granizo (Manuel Nieto: “No me propongo hacer cine político ni de discurso”), afortunadamente el film supera esas tentaciones y escollos que perfectamente pueden echar a perder una obra ya sea cinematográfica, literaria o teatral, y se centra en la tipología humana y el complejo mundo de relaciones que se desatan entre ambas zonas, la del patrón y su familia y la del empleado y su familia,  en el contexto del trabajo rural de nuestros días en el que las antiguas relaciones patrón-peón conservan parte de su atavismo pero al mismo tiempo enfrentan nuevos desarrollos en cuanto a conocimiento y aplicación de derechos laborales, y nuevas posturas de los antiguos manumitidos y sumisos trabajadores rurales.

Una subtrama aparentemente secundaria como la de las típicas carreras de raíd hípico del interior, que la película va desarrollando en pequeños flashes (la condición puesta por el padre del empleado al joven patrón  de que le permita correr la carrera de raid por Santa Clara de Olimar, el caballo de raza que cría el padre del patrón, la contrapropuesta que Carlos le hace a Rodrigo para que le permita correr el raíd con el caballo de raza frente a su propuesta de arreglo económico), termina adueñándose de la parte final del film. El cierre es la carrera que protagonizará el empleado Carlos montando el caballo de raza, en una secuencia memorable con imágenes de una competencia verdadera para la que el director tuvo que anotarse para participar realmente, por zonas de Santa Clara y Río Branco, carrera en la que, como revela  Manolo en el reportaje de La Diaria, aparecen especialmente homenajeadas las camisetas celeste de Zapicán y amarilla de Santa Clara de Olimar.  Pero al mismo tiempo, para borrar todo atisbo de telurismo, con  la participación de Buenos muchachos en la banda sonora.

Tal vez uno de los aspectos más seductores  sea el el dinamismo narrativo que el director encuentra y conduce con admirable tino, sin decaer en ningún momento. Lejos de seguir el esquema de estancamiento en largos períodos descriptivos para descargar en pocos minutos los golpes de efecto de los momentos de mayor tensión y drama, el film está construido sobre un contínuo en que los sucesos se van encadenando sin tregua, de forma tal que el interés jamás decaiga y el espectador se vea envuelto en la acumulación  de hechos y emociones, que hacen que se involucre en la historia y en el destino de los personajes hasta llegar al final,  perfecto en su contundencia y en las interrogantes que deja planteadas.

En una película que no tiene fisuras, el rubro actoral merece especial mención. Son muy sólidas tanto las actuaciones de los actores profesionales que se destacan en la parte del patrón y su familia, como  los no profesionales en la parte del empleado y la suya. Excelentes Nahuel Pérez  Biscayart y Jean Pierre Noher como el patrón y su padre, Justina Bustos como la joven esposa Federica, y excelentes también Cristian Borges como el empleado Carlos Lacuesta (hijo),  Fátima Quintanilla como su mujer (extraordinaria en las escenas que ya comentáramos), y el propio Carlos Lacuesta como su padre, un perfecto hombre de campo desde su postura y su forma de hablar hasta sus miradas. En entrevista de Federico Medina para La Diaria  (14/5/2022), Manolo Nieto subraya el manejo de actores no profesionales, algo que le es propio ya desde su primer film La perrera  (2006) para el cual cual utilizó a gente natural de La Pedrera, e incluso realizando un guiño al volver  a incluir ahora en esta película a uno de esos actores no profesionales de su primer película como el personaje que le proporciona droga a la mujer de Rodrigo.

Otra mención merece el guión del mismo Manolo Nieto, que dota a la película en todo momento de una sintaxis muy ajustada en cuanto a planteo, desarrollo, punto de inflexión, escenas, clímax y ambiguo final, con diálogos llamativamente precisos y con un gran acierto en frases, giros y entonaciones del habla campesina.

Con esta su tercera película, Nieto culmina con una obra de madurez creativa, una trilogía de películas sobre el interior del país iniciada con la ya mencionada La perrera ambientada en La Pedrera, y seguida por El lugar del hijo (2013) ambientada también en zona rural. Esta rara unidad indica una suerte de obsesión del director con una ambientación y temática generalmente ajena a las inquietudes de nuestros cineastas,  bienvenida y de feliz concreción.

Es indudable que el cine de Manolo Nieto, aparte de la ya referida alineación con   los principales y mejores cineastas actuales nacionales, cuyo elenco merecidamente integra, tiene contactos con el de algunos cineastas contemporáneos que tratan la problemática laboral como  los franceses Stéphane Brizé (En guerra y El precio de un hombre), y  Laurent Cantet (Recursos humanos ), e incluso  con el cine social del británico Ken Loach. Con el añadido de que Nieto logra superar esas referencias de gran manera, realizando una excelente película, de lo mejor del arte cinematográfico uruguayo de los últimos años. Lo que muestra con meridiana claridad y honestidad es que lejos de todo panfleto,  su propósito ha sido contar una historia con detalle y precisión, con sapiencia, con todo lo que a su director  le han dado la experiencia y el conocimiento del mundo cinematográfico, de la vida y del trabajo en el interior rural, y de  la vida y las relaciones humanas en general, y lo logra con creces. Y en ese auténtico propósito radica la enorme fuerza del film y todo lo que al espectador le queda bullendo cuando sale de la sala cinematográfica, sin necesidad de ningún discurso, de ninguna aclaración, y de ningún manifiesto.

Y eso es arte.

 

  

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Por Martín Imer

Llega a las salas uruguayas El empleado y el patrón, una película muy esperada por los cinéfilos locales ya que marca el regreso de Manuel Nieto, uno de los realizadores nacionales más reconocidos del cine uruguayo reciente. 

Desde el estreno de La perrera en 2006, Nieto se ha caracterizado por una corta pero intensa filmografía que supo dividir a los espectadores, encontrando en esta oportunidad su apuesta más ambiciosa hasta la fecha: una co-producción con actores conocidos en el panorama internacional, como es el caso del protagonista, Nahuel Pérez Biscayart. Sin embargo, la escala de la cinta no la aleja demasiado de los temas que le interesan al director: a través de una tragedia que sucede en un cambio, las tensiones crecen entre la familia de un peón rural y su empleador, un joven que está aprendiendo a liderar el negocio de su padre. Con motivo de este estreno pudimos hablar con Nieto sobre el significado de la película, su dimensión social y el punto en el que se encuentra en su carrera.

¿Cómo es tu sentimiento al estrenar esta película en Uruguay?

Mi sentimiento es de alegría y agradecimiento, porque esta película llega en un momento en donde se levanta el aforo, y llega acá en un momento inmejorable; osea, ahora lo único que falta es que el público vuelva a las salas, que vuelva al habito que había hace dos años, pero tampoco se le pueden pedir peras al olmo. Creo que es el mejor momento en estos dos años que han pasado para estrenar y la verdad no tengo apuro, una peli a mí me lleva mucho tiempo hacerla, 6 años, entonces no me iba apurar con el estreno por ningún motivo.

Hablando de El empleado…, noto en tus tres películas que todas van hacia los lugares que uno tiene que asumir en la vida. ¿Cómo ves vos esos lugares que uno tiene que tomar? ¿Es algo que a vos te ha perseguido, eso de estar siempre en un lugar fijo en la vida?

No, en particular y en mi vida personal no lo vinculo directamente, no es que a través de las películas hablo de mí, quizás hablo de los que me rodean, pero más allá de eso, que es cierto, que ese tema está en las 3 películas, a mí lo que me interesaba y me preocupaba y lo que quería hacer era hablar sobre la juventud. No es que quiera trabajar sobre eso en mi obra, pero película a película lo que me interesaba era ir sobre diferentes etapas de la juventud; para mí es un momento de la vida súper interesante, porque en la juventud está el futuro, está la esperanza, y también está la pasión por la vida, están los ideales ahí verdes todavía, y está la irresponsabilidad a flor de piel. Esa pulsión por vivir todo intenso, esa mezcla. a mí me ayuda a desarrollar las historias, los dramas.

Esta es una película en la que hay dos jóvenes que tienen que afrontar lugares que cada vez están más difuminados en esta sociedad, el patrón fuerte que tiene que imponer una presencia casi amenazadora y el muchacho que en vez de renunciar a sus sueños quiere hacerlos realidad con el caballo del patrón. ¿Es algo que pasa también en la sociedad uruguaya, de jóvenes que no quieren asumir esos papeles que supuestamente tienen prestablecidos?

No sé, la verdad eso no podría decirlo, yo creo que esta película muestra a un patrón diferente, un patrón que está lejos del estereotipo tradicional o más común del patrón rural fuerte, autoritario. La película viene a mostrar una nueva generación de esta gente, que está tomando el negocio en sus manos y lleva una vida moderna debido a la globalización o lo que sea, obviamente no viven en el campo, trabajan desde la ciudad, se desplazan rápidamente en camioneta por todo el país y traen también nuevas ideas, nuevos sentimientos a este trabajo. Hay que entender igual – y creo que la película lo deja claro – que el tipo es un arribista, es un recién llegado, está empezando con el negocio del padre, entonces todavía conserva esa inocencia, esa frescura de venir de otro lugar, no sabemos cómo va terminar. Por lo pronto creo que hay esperanza de que por lo menos se llegue con otras ideas, otros sentimientos empáticos frente al empleado, después de compasión cuando pasan las cosas que pasan, de culpa… La peli creo que va ahí, a dónde está la culpa, dónde está la responsabilidad, cómo sienten eso uno y otro, los dos son jóvenes más allá de que uno es más joven que otro, pero está ahí la responsabilidad: qué hacemos, cómo la manejamos.

¿Consideras que tu cine es político?

Todo cine es político, porque de una u otra forma estás reconstruyendo la sociedad de acuerdo a lo que vos pensás, en el mundo de tu película. Esta película además te pone por delante un título que remite a ciertas ideas políticas de lucha de clases marxistas, weberianas, como quieras verlo, pero yo no me propongo hacer cine político ni de discurso ni declamativo; yo me propuse hacer una película de personajes. Soy obviamente consciente de la carga política que tiene ya nomás ubicando a uno y otro personaje en un lugar y otro de la sociedad, pero la política puede surgir en cualquier lado, en cualquier situación es simplemente poner a dos personas como juego y está ahí siempre. Las clases siempre han funcionado así en la sociedad, estamos tomando dos pero las clases se relacionan, están separadas pero también se producen fluctuaciones, se producen cambios; es muy diferente el lugar en donde comienza el patrón y donde termina, también el empleado, en términos no de jerarquía pero de sometimiento al otro. Primero uno somete al otro a través del trabajo, el vínculo laboral y después a la inversa con todo lo que la película despliega.

¿Cómo te sentís vos personalmente ante esta tercera película en tu carrera, con todo lo que has aprendido de las otras?

Yo me siento cómodo porque realmente hice lo que quise, quedo muy cerca de lo que el guion planteaba, de lo que yo me imaginaba cuando escribía – una de las ventajas que tiene ser escritor/director y productor es que terminas haciendo la película que vos queres. La película por suerte también encontró financiación adecuada, llevó un montón de tiempo levantarla y conseguirla, pero se hizo con todo lo que la película pedía y eso para mí, profesionalmente, es muy importante. En Francia también la película se defendió sola, ella misma se ocupó de levantar esa financiación que faltó a último momento, a través del Festival de San Sebastián, a través de los fondos franceses, pero eso ya cuando la peli tenía una forma, entonces todo eso me deja muy contento. También que se esté entrenando en Francia ahora en 50 salas; me gustaría que funcionara un poco mejor el tema de las ventas internacionales pero en lo cuanto a lo artístico me siento muy bien, me doy cuenta que no es una película tan radical como la anterior que es mucho más provocativa o es me gusta/no me gusta en términos de audiencia, esta creo que tiene una lectura más homogénea, se lee muy parecido acá o en Francia, la diferencia es la lejanía o cercanía que el público siente a los personajes: acá se siente más fuerte porque son conocidos, allá están un poco más lejos pero igual se ha visto con mucho interés.

Hablando de esa radicalidad, más presente en El lugar del hijo que acá, ¿Sentís que en Uruguay se hacen películas de ese estilo? ¿Hacen falta más películas que presenten un combate?

No sé, lo que veo es que los temas rurales son poco transitados por el cine uruguayo. Y creo que hay pocas películas como esta, serias, de una temática rural, dramática (no tiene nada de humor), y creo que también los personajes están profundamente dibujados, en el sentido de que presentan varias capas — la peli también ofrece varias lecturas a los diferentes sucesos que salen, en ese sentido es una película que es compleja y es sutil, profunda también, y por otro lado creo que con más comodidad que las anteriores, como vos decís. Cuando la hice tenía una voluntad a priori de llegar a un público un poco más amplio que con las anteriores, entonces eso explica un poco la elección de casting, yo me preocupé también por eso de no levantar un discurso e ir como suave, ir a través de la suavidad, de la humanidad que pueden tener cada uno de los personajes.

¿Pero esto como una respuesta a la división que generó El lugar del hijo?

No, no por una división sino porque El lugar del hijo es una película que no alcanzó al público en ningún lugar, fue mal trabajada por la distribución, y para mí no sé si es mejor que esta porque a mí me gusta eso de la radicalidad, de poner las papas sobre el fuego, pero me doy cuenta también que hay que probar cosas diferentes, vos no te podés quedar siempre en el mismo lugar, es aburridísimo. Esta peli me permite otros desafíos como director: trabajar con actores conocidos, buenos actores, un elenco dividido – el mundo del empleado son actores no profesionales de acá y el del patrón son todos actores internacionales conocidos, entonces hacer esa apuesta para mí era muy grande, hacer funcionar esos dos mundos, aprovecharme de ese contraste sin salirme de tono, y que la película alcanzara en cuanto a recursos estéticos y narrativos un nivel acorde a los actores que estaba trayendo, ¿no? (risas) No voy a traer a esta gente a hacer una cosa básica, entonces sí, yo me siento bien.

A mí El lugar del hijo, como joven, me hizo sentir eufórico, y El empleado… me hace sentir así, pero desde un lugar más reflexivo. Una es mucho más radical y la otra más reflexiva, te paras desde otro lugar. Habla mucho de tu versatilidad.

Sí, y también que voy creciendo, pasa mucho tiempo entre una película y otra y la gente cambia; yo entre una y la otra tuve tres hijos.

Y también cambia el lugar político en el que situas la película. ¿Cómo crees que cae esta película en el cambio político y cultural que estamos viviendo?

Yo creo que bien, yo creo que es una película que dialoga perfectamente con el tiempo histórico que el país está viviendo, me encantaría que no solamente se acercara la gente de cultura como más de izquierda, sino que se acercara el otro lado, toda la parte más de centro o de derecha, los blancos, los cabildantes; toda la gente que se sienta identificada con el campo, me encantaría saber qué visión les devuelve la película. Dije “Vamos a poner publicidad en El país y en Radio Sarandí, para que se acerquen” (Risas). No, pero la verdad es que el público más culturoso sabemos que viene más de la izquierda, pero para mí es una película que es importante para todos porque más allá del aspecto político es una película humana, es un drama, habla del trabajo, el miedo por la muerte de los hijos, que lo tenemos todos los que somos padres, y es una película como en ese sentido social, hay derechos, hay responsabilidades, hay culpa, quién se tiene que hacer cargo, y me parece que también lo interesante es que es una peli que al final se las arregla para no juzgar a los personajes, te deja en un lugar donde vos tenes que aplicar la moral y hacer tu propio juicio sobre eso que la película pinta, porque como dice Jean Renoir en Las reglas del juego “razones tenemos todos” y eso es lo terrible de este mundo.

 

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Virus 32: Entrevista a Daniel Hendler y Gustavo Hernández https://granizo.uy/2022/04/12/virus-32-entrevista-a-daniel-hendler-y-gustavo-hernandez/ https://granizo.uy/2022/04/12/virus-32-entrevista-a-daniel-hendler-y-gustavo-hernandez/#respond Tue, 12 Apr 2022 11:52:25 +0000 https://granizo.uy/?p=1023

Por Martín Imer

Se estrena en Uruguay “Virus: 32” una nueva propuesta del cine nacional que apuesta al popular sub-género zombie; es decir, muertos que vuelven a la vida. La película sigue a la cuidadora de un antiguo club que, junto a su hija, deben refugiarse de una horda de zombies con ganas de devorar todo lo que se les ponga enfrente, aunque no será la única amenaza. El film se luce por su cuidadísimo apartado visual, la inteligencia en el manejo de la tensión y el buen hacer de la dupla protagonista.

GUSTAVO HERNÁNDEZ

¿Cómo surge la idea de Virus:32?

La idea nace hace más de cinco años. Desarrollamos con Juma (guionista) un guion que se llamaba Albatros, pero tenía una dimensión de producción inviable para nuestra región y no pudimos levantar la financiación. Después se nos ocurrió trasladar la idea al club Neptuno e inmediatamente todo se alineó y el proyecto vio la luz verde.

Tus películas siempre hablaron de los peligros humanos más que los paranormales. ¿Es esto lo que te lleva a una película apocalíptica?

Lastimosamente mientras rodábamos el caos de la película, también vivíamos el caos y la incertidumbre de una pandemia real. Nuestra mirada siempre está puesta en Iris (Paula Silva) y su coraje y su humanidad por encontrar a su hija en medio de un espiral de violencia y desconcierto. La película juega constantemente entre la convivencia del lado animal y el humano, pero entendemos claramente al final que uno es más poderoso que el otro.

¿Qué te atrae de los zombies en el cine?

En nuestros infectados me gusta la combinación de la fuerza animal con signos muy marcados de inteligencia. Son cazadores implacables, pero que están perdiendo sus rastros de humanidad.

¿Cuáles fueron tus inspiraciones a la hora de crear esta película?
28 days later (Exterminio) de Danny Boyle.

«La casa muda», tu debut, tiene ya 12 años. ¿Cómo la ves a la distancia? ¿Sentis el peso de que sea una «obra de culto»?

Es una película que quiero mucho, que me enseñó mucho y me abrió y me abre hoy muchas puertas. Siempre digo que no tengo ningún peso, porque con mi primer largometraje llegaron un montón de logros, un montón de metas que uno se puede trazar como realizador y todo eso me pasó en mi primer trabajo. Lo que siguió y sigue es todo aventura.

Sos un autor con una marcada tendencia hacia el cine de género. ¿Es difícil mantener esos intereses en el mercado latinoamericano?

El género de terror se demanda en todo el mundo. Nuestras tres últimas películas, No Dormirás, Virus:32 y Lobo feroz (con fecha de estreno para 2022) fueron financiadas en gran medida por estudios y plataformas antes de encender la cámara. En nuestro caso, los mercados siempre están alerta a nuestros próximos trabajos.

¿Qué diferencias hallas en un rodaje en pandemia?

Rodar en pandemia es mucho más caótico, porque el virus obviamente nos lleva a tomar todas las precauciones que existen para que nadie se enferme. Para respetar todos los protocolos de sanidad se necesita más tiempo y dinero, y obviamente esos recursos son dos variables fundamentales en la industria del cine.

¿Cómo fue el armado y la ejecución del impactante plano secuencia con el que abre la película?

El plano inicial de la película llevó mucho diseño de producción y realización para poder ejecutarse. Tuvimos que cerrar varias manzanas de la ciudad vieja para poder trabajar con precisión la corografía que necesitábamos. Se rodó en dos días que fueron muy complicados técnica y actoralmente ya que la cámara y los actores tenían que coincidir en algunos casos milimétricamente en el tiempo y el lugar.

Paula Silva entrega una actuación muy convincente. ¿Cómo fue el proceso de dirigirla durante esas emociones?

Paula Silva hace un trabajo increíble durante toda la cinta y es gracias al talento y compromiso que puso en cada plano. Fue un rodaje muy exigente para todos los que estuvimos involucrados, desde los actores a los técnicos. Paula tuvo que sumergirse en su personaje sin descuidar la técnica en la puesta de escena, ya que hay muchos planos secuencias en la película que conllevan una concentración absoluta en cada detalle.

¿Crees que, al tener un escenario tan uruguayo, la cinta resulte más impactante para los espectadores locales?

El club Neptuno es un lugar con muchísima personalidad y quisimos mostrar cada rincón del club de una manera especial, con un color e iluminación únicos para cada escenario, desde los vestuarios hasta las piscinas.  La película se desarrolla íntegramente en la ciudad vieja, donde obviamente hay un peso muy grande del puerto y de toda la arquitectura del barrio.

¿Tenes próximos proyectos en mente?
Este año vamos a estrenar Lobo Feroz, una película que rodamos en España. Por otro lado tenemos algunos proyectos de series y largometrajes, pero todavía no podemos adelantar muchos detalles.

DANIEL HENDLER

¿Cómo ves a tu personaje en VIRUS: 32?

Lo veo como una mezcla de visionario y, al mismo tiempo, un negador. Es el único que parece entender lo que está pasando ahí, cuáles son las claves de ese apocalipsis que se viene. Y por otro lado, no puede asumir que su sueño se acabó. Pero tampoco se puede analizar fuera del género; el tipo está ahí para cumplir una función. Tuvimos la suerte de trabajar los personajes con Juma Fodde que es guionista de la película y nos ayudó a entender varios vericuetos, y también le dejamos espacio al juego, a lo que no necesariamente tiene respuesta.

¿Qué fue lo primero que te atrajo de esta propuesta?

La propuesta me llegó a través del coproductor argentino, Sebastián Aloi, con quien ya tenemos una buena lista de trabajos compartidos, y me llegó en plena cuarentena; una película que hablaba sobre una pandemia zombie, una especie de terror distópico que tenía que ver con algo de lo que nos estaba pasando, y de la mano de un director que sabe del género. Yo nunca participé en películas de terror, así que me pareció una buena oportunidad.

Ya has participado de películas sobre eventos apocalípticos. ¿Crees que también, en cierta forma, hablan de una realidad del hombre?

 Es cierto que ya me tocó colaborar en alguna película apocalíptica como Fase 7. Supongo que en este mundo donde se discute si la libertad es algo totalmente individual o tiene una dimensión colectiva, el apocalipsis nos muestra el «sálvase quien pueda»; como un espejo de esa falta de conciencia de que en esto estamos todos juntos.

Virus: 32 estrena localmente a pocos meses de otro estreno tuyo, EL PRÓFUGO, ambas cintas con elementos de fantasía. Como actor, ¿Qué te atrae de este tipo de cine?

 Más allá del género o de la mezcla de géneros en una película, me atrae cuando el director o directora aporta una mirada propia sobre las reglas de esos géneros que está trabajando. En estos géneros que mencionás, además, me interesa cómo se trabajan los climas, las tensiones; el trabajo actoral atiende mucho más ese engranaje y no tanto los aspectos compositivos con los que generalmente queremos lucirnos los actores. El género de terror busca llevar de las narices al espectador, en un acuerdo con él, como si se lo invitara a ingresar en una montaña rusa. Ahí los personajes son el punto de vista desde el que nos identificamos como público. No son nuestro objeto de atención en sí, si no los que nos sacan de paseo.

Tanto Virus como «Así habló el cambista», que también protagonizaste, son producciones locales con gran despliegue artístico. ¿Qué sentís al participar de este momento del cine uruguayo, sobre todo habiéndolo vivido en su punto de inicio?

Me encanta. Más allá del despliegue de producción, me encanta ver que hay autores y autoras que encuentran un camino interesante, y poder colaborar con ellos es un lujo.

Además de tu labor como actor, te vemos muy activo en tus redes sociales, comentando sobre todo lo que te importa. ¿Qué opinas de la actualidad uruguaya, reflexionando post-elecciones?

Uh, es una pregunta demasiado general. Lo podemos dejar para otra oportunidad. Me alegro que me veas activo en las redes porque yo me reprocho lo contrario. Lo que sí puedo decirte es que es difícil debatir en estos momentos donde prima la demonización y proliferan las falsas noticias. Vemos como zombie al que piensa diferente.

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«Licorice Pizza»: Paul Thomas Anderson nos invita a creer en la magia https://granizo.uy/2022/02/17/licore-pizza-paul-thomas-anderson-nos-invita-a-creer-en-la-magia/ https://granizo.uy/2022/02/17/licore-pizza-paul-thomas-anderson-nos-invita-a-creer-en-la-magia/#respond Thu, 17 Feb 2022 12:31:13 +0000 https://granizo.uy/?p=1005

Por Martín Imer

Han corrido ríos de tinta sobre el trabajo de Paul Thomas Anderson, uno de los realizadores más importantes del cine estadounidense actual ya que estamos, sin lugar a dudas, ante un director de prestigio que, además, genera siempre sensaciones potentes en los espectadores.

La obra de Anderson siempre ha circulado por carriles muy extravagantes, aunque sin desentonar: su primera gran película, Juegos de placer, era un muestreo del talento desprejuiciado del joven autor, presentando una historia alocada, técnicamente virtuosa y llena de ambiciones, que luego fueron más allá con Magnolia, primera obra maestra. Esta película no solo representa la confirmación absoluta de Anderson, sino también un giro hacia un cine mucho más serio y preocupado por los temas fundamentales de la vida: el amor, la ambición y la cercanía de la muerte.

Esos temas, junto a otros de igual importancia como la corrupción (moral y social) y el sentido de la vida – o la falta de sentido – también se hicieron presentes en otras obras mayores como Petróleo sangriento (probablemente su mejor película) y The master, aunque el director nunca abandonó del todo su costado más «juguetón» entregándose al absurdo junto a Adam Sandler con Embriagado de amor o a Joaquin Phoenix y gran elenco en Vicio propio, cintas mucho más cercanas al tono ligero de Juegos de placer. Y si bien El hilo fantasma, su anterior cinta, parecía ser un regreso del autor al cine con mayor peso dramático, Licorice Pizza, su más reciente largometraje, devuelve al autor a ese universo de ligereza, o al menos eso se puede advertir en una primera mirada.

Y es que Licorice Pizza, con su trama situada en los años 70 y su foco puesto en las idas y vueltas sentimentales de dos adolescentes que intentan tener un gran despegue en el mundo artístico, no es tan ligera como tal vez podían suponer algunos al ver el trailer (y aquí me incluyo a mí mismo). Y no es así por lo que cuenta, sino por lo que representa. Después de años explorando los rincones más oscuros del ser humano y de la historia de su país, y con una nueva e incierta realidad a la que debemos enfrentarnos día a día, Paul Thomas Anderson decide refugiarse en el mundo de la adolescencia, y tal vez precisamente en su entorno de su adolescencia – recordemos que PTA tiene 51 años – para recordarle al mundo que vivir es más que la angustia que nos rodea en el día a día. Que vivir puede ser mágico.

Que no piense el lector que se encuentra con algún tipo de cinta edulcorada y aleccionadora, ya que en ningún momento va por ese lado. Lo que busca el director no es querer darle al espectador un mensaje sobre la vida o consejos para vivirla, sino retratar esos pequeños instantes en donde suceden cosas, tan insólitas y maravillosas, que terminan siendo magia. Y lo hace de la misma forma que Fellini, en tantas emblemáticas producciones como La dolce vita, o como lo hizo en cierta forma Tarantino en su más reciente película: fusionando la ficción que cuenta con ciertas chispas de fantasía dentro de esa misma ficción, pidiéndole al público que juegue con él a partir de esas reglas. Licorice Pizza se desarrolla a partir de distintas situaciones que viven sus personajes en el día a día, casi de forma episódica, y lo que ocurre en ellas suele ir desde lo más cómico y extraño (las apariciones de famosos con leves cambios en el nombre pero muy fácilmente reconocibles, como William Holden o Kris Kristofferson, algo similar a lo que hace Bukowski en su libro Hollywood) hasta lo más íntimo y conmovedor, estableciendo un mundo en donde todo puede ocurrir, incluso que ese joven de 15 años sea un emprendedor nato que lleva adelante empresas y busca enamorar a la chica diez años mayor.

Ese chico, Gary Valentine, interpretado por el sorprendente Cooper Hoffman, hijo del gran Phillip Seymour Hoffman, parece un protagonista cualquiera, pero si analizamos detenidamente a los personajes de PTA se trata de un papel muy consecuente: en definitiva, todos los protagonistas masculinos de las obras del director buscan salir adelante, creen en el Sueño americano, en el hombre que se construye a sí mismo a pesar de todas las adversidades, que lleva en su corazón el objetivo principal de ser exitoso. La diferencia está en que, en las oportunidades anteriores, veíamos hombres grandes, cuyos objetivos se hallaban difusos por el paso del tiempo o destruidos por el devenir de la vida. Gary es la esencia del cine de Paul Thomas Anderson, el punto de partida de todos, aunque no lo podíamos advertir tras las capas de arrugas y resignación de los demás. Y el director lo sabe, por lo que le regala su película más generosa, más desprovista de peligros y más alegre, una película en donde los conflictos se resuelven con la misma rapidez con la que se crean, en donde el mundo es más fácil (definitivamente más que el de ahora) y lo que hoy termina, mañana puede comenzar con más fuerza. De todas formas, no es un mundo inocente el que habitan estos seres, y la cinta muestra situaciones bastante lamentables, pero el enfoque no está en el juicio sino en la mera observación; en definitiva, es lo que pueden hacer ellos ante la sociedad que les toca, y la mirada no desemboca en un revisionismo sino en una recreación. Hablando de la recreación, es también meritorio el brillante trabajo de producción para traer a la actualidad el espíritu estético de la época reflejada.

La dupla principal es muy convincente. Alana Hain, otra revelación, integra junto a sus hermanas un grupo musical, y Paul Thomas Anderson se ha encargado de dirigir varios de sus videos. La propia actriz reveló que el director le confesó que escribió esta cinta luego de conocerla: todo este mundo gira alrededor de su personalidad. Y tiene una naturalidad asombrosa, de la que no recuerdo registro reciente en el cine estadounidense. Gracias a la química natural que tienen ambos y el magnetismo que generan, uno cree la magia que sucede en pantalla. Hay una escena particularmente emocionante respecto a eso: debido a la crisis del petróleo de los años 70, los chicos se quedan sin gasolina y deben llegar colina abajo para conseguirla, además de otra circunstancia que conviene no revelar. Alana (que lleva el mismo nombre que la actriz) es quien está al volante, y a partir del breve empuje de Gary logra llevar a cabo la proeza, siendo capaz incluso de maniobrar y no chocar contra nada. No hay música, y el montaje de la escena es bastante rápido, como si se tratara de una escena de acción. Pero la heroína es ella, y su tranquilidad es lo que la hace cool, lo que hace que nos asombremos, y sobre todo, que lo creamos como público. Eso es la magia del cine. Y eso está presente en cada fotograma de esta cinta excepcional.

Sin dudas, este escape cinematográfico del director está lleno

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Entrevista a Ariel Winograd https://granizo.uy/2022/01/20/entrevista-a-ariel-winograd/ https://granizo.uy/2022/01/20/entrevista-a-ariel-winograd/#respond Thu, 20 Jan 2022 12:51:24 +0000 https://granizo.uy/?p=990

Por Martín Imer

«La comedia es un género que yo amo mucho»

Hoy por hoy hablar de Ariel Winograd es hablar de una pieza fundamental en el Cine argentino mainsteam. No solo es el realizador un sinónimo de éxito comercial, rodeándose de figuras de gran convocatoria popular y con propuestas atractivas para el gran público, sino también una señal de calidad detrás de la cámara; un título ganado a pulmón luego de varias obras de amplia llegada masiva pero también personalidad y talento como Sin hijos, Mamá se fue de viaje y Mi primera boda. Winograd, nacido en el cine independiente con Cara de queso, fue situándose con el paso del tiempo en un lugar muy interesante para un director, ya que cuenta con el apoyo de los espectadores y también de artistas de renombre, como Diego Peretti, Guillermo Francella o Natalia Oreiro, para aparecer en sus cintas. En esta oportunidad el argentino presenta Hoy se arregla el mundo, comedia dramática que lo presenta en su mejor versión, la más emocional sin rendirse al sentimentalismo, retratando el viaje de un hombre y un niño que un día descubren que no son padre e hijo, e intentan buscar al verdadero progenitor del segundo, redescubriéndose a sí mismos en el proceso. Es una película llena de ternura y pinceladas de humor, encabezada por un Leonardo Sbaraglia en estado de gracia y la revelación de Benjamín Otero como un niño actor a tener en cuenta. Sobre la película, su forma de trabajar y el estado de la industria, les presentamos aquí una entrevista que pudimos realizarle al exitoso director.

¿Qué te atrajo de “Hoy se arregla el mundo”?

Obviamente como todo, siempre empieza con la lectura del guion. En este caso, Mariano Vera escribió un guion hermoso en conjunto con Patagonik, que son la misma productora con la que hicimos Sin hijos y Mamá se fue de viaje. y esta historia me atrapo desde el inicio, eso fue lo que más me gustó.

Siempre contas con figuras muy conocidas en los roles principales de tus cintas, y esta no es la excepción. ¿Cómo fue trabajar con Leonardo Sbaraglia?

El proceso de trabajo con Leo fue muy emocionante. Partimos, como siempre se hace con los actores, de una lectura muy profunda y minuciosa, donde vas leyendo todo el guion y poco a poco, en conjunto con Leo, ayudas o acompañas en la construcción del personaje: quien es el griego, por qué hace lo que hace y en qué estado emocional se encuentra a la hora de empezar la historia y como lo va atravesando. Obviamente fue una experiencia maravillosa, ya que encontré un amigo y un compañero de trabajo tremendo que adopta a los personajes, se los come y los transforma.

A pesar del elenco de estrellas, el joven Benjamín Otero se roba todas sus escenas. ¿Es más difícil trabajar con un actor nuevo o con uno ya consagrado y con una idea más fija de lo que es la actuación?

Bueno, los procesos de trabajo con chicos son siempre diferentes porque cada chico es un mundo. En este caso, nosotros hicimos un trabajo muy fuerte en conjunto con María Laura Berch, que no fue solo la directora de casting de la película sino también la coach de Benja. Entonces en un punto se trabaja muy en paralelo con todo lo que sería la parte humana de Benjamín, porque uno no deja de ser un niño, y eso requiere una contención muy diferente de estar trabajando con un actor consagrado, adulto, que tiene por ahí más experiencia, entonces hay un trabajo humano por un lado y de interpretación por el otro, de qué es lo que va sucediendo en cada escena. Así que siempre es como un mundo nuevo de aprendizaje con cada niño actor con el que uno comienza a trabajar, porque sus intereses y sus maneras de acercarse a la historia son diferentes.

Siguiendo con los actores, se nota tu preferencia por repetir colaboraciones, como con Diego Peretti o Martin Piroyanski. ¿Por qué preferís esta forma de trabajo?

Principalmente porque son amigos, porque nos tenemos mucho cariño, respeto y admiración, y hay algo del hecho de filmar una película y que funcione en cierta manera para reencontrarse con amigos, para hacer algo, que siempre para mi es muy gratificante; ese tiempo en el set. En este caso también esta Mario Alarcón, que con él venimos trabajando desde Vino para robar. A mí me gusta repetir mucho a los actores que admiro y – si se puede y se da la posibilidad porque hay un rol – siempre los invito a ser parte de mis películas.

Siendo un realizador de productos muy exitosos, imagino que tendrás mucha expectativa por el lanzamiento en salas de la cinta, en estas circunstancias tan adversas. ¿Notas que el público está ansioso por volver a las salas con producciones no-blockbusters? ¿El cine argentino volverá a tener éxitos como, por ejemplo, “El robo del siglo”?

La verdad que tal como decís, es un momento de cambio cultural, principalmente en el cual el cine en general ha perdido público, y se ha perdido un poco el hábito, entonces uno tiene que ser consciente de que los tiempos han cambiado: uno no espera los números de antes, hoy todo está pasando por las plataformas, y en este caso el cine se ha transformado en un acto romántico, para con el estreno darle de nuevo la posibilidad a los espectadores de, si tienen el deseo, vayan a ver la película a las salas, que son espacios completamente seguros, ya que el cine es un espacio seguro. Pero de vuelta, uno tiene que entender que los hábitos han cambiado, y los números no van a ser los mismos de antes, porque sería muy inconsciente pensar que todo es lo mismo cuando todo ha cambiado. Esto no quita que uno siempre tenga expectativas y los mejores deseos para con las películas que uno hace.

Tus películas tienen un marcado estilo entre la comedia y el drama, aunque con mayor decantación por la primera. ¿Qué te atrapa de este género? ¿Ves futuro para la comedia luego de la “nueva normalidad”?

Sí, lo veo. La comedia es un género que yo amo mucho, en el que me siento muy cómodo, y me encanta poder utilizar este género para poder contar historias, creo que más allá de la nueva normalidad o como se llame los géneros no mueren. Todos necesitamos reírnos, reírnos nos hace bien a la salud, hace bien al alma y a la mente, con lo cual no es un género que va morir.

¿Cómo ves al cine argentino post-pandemia? ¿Sentis que la industria está empezando a recuperarse?

Siento que la industria se empezó a recuperar desde el año pasado gracias a las plataformas. Está habiendo muchísimas producciones en diferentes campos, la industria está trabajando tanto en series como en películas y por suerte hay mucho trabajo. Esta recuperación sucedió el año pasado por la necesidad también de parte de las plataformas de generar contenido, así que en ese sentido poco a poco las cosas se fueron acomodando a diferencia de lo que fue el primer semestre de marzo que estaba todo parado literalmente.

¿Tenes próximos proyectos en mente?

Sí, estoy por estrenar en marzo una serie que filmé para Mexico, para HBO Max, que se llama Las bravas, que quiero mucho porque es la primera serie en la que trabajé como director y también en el rol de showrunner, y ahora también en marzo voy a empezar a filmar una película para una plataforma dentro de un convenio que tengo con Viacom-CBS.

 

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Cine uruguayo: un largo camino https://granizo.uy/2021/09/01/cine-uruguayo-un-largo-camino/ https://granizo.uy/2021/09/01/cine-uruguayo-un-largo-camino/#respond Wed, 01 Sep 2021 11:23:24 +0000 https://granizo.uy/?p=907

Escribe Andrea Bertino

Desde el cine social y militante de la década de los 60 hasta algunos filmes “de culto” de comienzos de los 2000, el cine uruguayo ha ido evolucionando a un ritmo lento pero seguro.

En la pre dictadura veíamos un cine popular, social, comprometido, militante, eventualmente revolucionario; pero eran víctimas de una contradicción insalvable: sus películas tenían escasa circulación dentro del país, raramente se exhibían en los cines comerciales, y salvo excepciones, eran ignoradas por los críticos y otros formadores de opinión. Con la dictadura instalada en 1973, se anuncian una vasta serie de restricciones a las libertades y se reafirma una tendencia nacionalista y anticomunista. Durante los meses siguientes, quedan disueltos los sindicatos, se establece una fuerte censura de prensa, se limita al máximo la libertad de reunión, se interviene la Universidad y se inicia un proceso de reconversión cultural que afecta profundamente a la intelectualidad; donde la situación de los cineastas, al igual que la de los demás artistas independientes, empeora drásticamente. 

Ya en democracia y a finales de los 90, la gran mayoría de los cuarenta y cinco estrenos comerciales, entre ficciones y documentales, que se registran entre fines de 1996 y 2007, tienen su origen en proyectos que habían participado del concurso del Fondo para el Fomento y Desarrollo de la Producción Audiovisual Nacional (FONA); algo que terminó de impulsar el cine nacional (con la lógica bisagra del 2002). De hecho 2001 es el año de “En la puta vida” de Beatriz Flores Silva y “25 Watts” de Juan Pablo Rebella y Pablo Stoll, dos películas a partir de las cuales ya se habla de “cine uruguayo”.

Aquí, un breve repaso por las películas más icónicas de los últimos años en Uruguay:

1-  «25 watts» (2001)

Con Daniel Hendler, Jorge Temponi y Alfonso Tort. Película de culto para los más jóvenes. En ella se relata la vida de 3 amigos durante un periodo de 24 horas. Es sábado de mañana y Javi, Leche y Seba todavía no se acostaron. Siguen tomando cerveza, recorriendo las calles y tratando de evadir sus responsabilidades. Esta película retrata 24 horas de la vida de estos ociosos amigos que no dicen más que (en apariencia) sin sentidos y deambulan en un estado de aburrimiento crónico. Nos permiten ver la rutina diaria en Montevideo, la visión de los jóvenes sobre la vida y los problemas que los aquejan.

2- «El viaje hacia el mar» (2003)

Con Juceca, Diego Delgrossi, Hugo Arana y Cesar Troncoso. Basada en un cuento de Juan José Morosoli, en ella se narra la aventura de algunos personajes atípicos que esperan un camión para conocer el mar. En este viaje se revelan cuestiones íntimas de los protagonistas y su forma de ver el mundo. En una mañana de domingo de 1963, en un bar de un pueblo de Minas, Rataplán, el barrendero; Quintana, el sepulturero; Siete y Tres Díez, el vendedor de loterías y su perro Aquino, esperan a Rodríguez, que los va a llevar a ver el mar por primera vez. El vasco, su capataz, los acompaña a regañadientes. Recién llegado de la capital, un elegante desconocido se suma a la comitiva en el último momento. A lo largo del viaje, en el camión destartalado de Rodríguez, los seis personajes irán revelando su particular manera de sentir y vivir la vida.

3- «Whisky» (2004)

Con Jorge Bolani, Ana Katz y Leonor Svarcas. Es una producción en conjunto con Argentina, Alemania y España, considerado por la crítica como uno de los mejores films latinoamericanos. La película cuenta la vida de dos hermanos judíos y su reencuentro, al que se sumará Marta, una de sus empleadas.  Jacobo Köller, el dueño de una modesta fábrica de medias, arrastra una vida gris y de una monotonía asfixiante. Su relación con Marta, su empleada de confianza, es estrictamente laboral y está marcada por el silencio y la rutina. Esta monotonía se ve súbitamente amenazada por el anuncio de la inesperada visita de Herman, el hermano de Jacobo, que vive en el extranjero, y con el que ha perdido contacto desde hace años. Es entonces cuando Jacobo le pide ayuda a Marta para afrontar esta situación tan incómoda. Tres personalidades aparentemente inofensivas: tres clases de soledad.

4- «El baño del papa» (2007)

Con Cesar Troncoso, Virginia Ruiz y Hugo Blandamuro. Se basa en la visita real del papa Juan Pablo II a Melo. La película muestra cómo la pequeña población del lugar se prepara para recibir esta visita histórica en relación a las ganancias económicas que pueden sacar de ella. El Pontífice empezará su gira por Latinoamérica en esta pequeña ciudad en la que se espera a más de 50.000 visitantes. Los más modestos están convencidos de que esta visita será milagrosa para el alma y la cartera; muchos creen que vendiéndole comida y bebida a esa multitud se harán casi ricos. Pero Beto tiene una idea mejor: construirá unas letrinas delante de su casa y las alquilará. Es una especie de mensaje sociopolítico que se une con una sátira muy eficaz.

5- «La casa muda» (2010)

Con Florencia Colucci, Abel Tripaldi, Gustavo Alonso. Es la primera película de terror uruguaya, filmada en un solo plano de secuencia y que por su éxito tuvo un remake estadounidense. La trama muestra como un padre y su hija se establecen por una noche en una vieja casona, donde son contratados para arreglarla, que esconde un oscuro secreto. Al principio todo transcurre con normalidad, pero Laura escucha un sonido que procede de fuera y se intensifica en el piso superior de la casa. Basado en un suceso real: en 1944, en una vieja casa de campo fueron hallados los cuerpos de dos hombres brutalmente torturados. Las inquietantes fotografías que se encontraron fueron la clave para resolver el sangriento crimen.

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Entrevista a Diego «Parker» Fernández https://granizo.uy/2021/08/31/entrevista-a-diego-parker-fernandez/ https://granizo.uy/2021/08/31/entrevista-a-diego-parker-fernandez/#respond Tue, 31 Aug 2021 11:29:21 +0000 https://granizo.uy/?p=899

Por Martín Imer

“Lo primero que quiero es que la gente se divierta”

Este jueves 26 de agosto llegó a las salas de Uruguay La teoría de los vidrios rotos, segundo film del director Diego “Parker” Fernández luego de Rincón de Darwin, estrenada en 2013. La cinta, una co-producción entre Uruguay, Argentina y Brasil cuenta la historia de un perito de una empresa de seguros que llega a un pueblo en donde está ocurriendo algo insólito: un grupo de vándalos va por las calles quemando autos de los vecinos. Estando allí, el protagonista va conociendo a los curiosos habitantes del pueblo, quienes lo rechazan de entrada, y descubriendo que las cosas no son tan fáciles como parecen en el caso. Como la trama, la cinta es bastante insólita, ya que estamos ante una comedia total en donde la caricatura es moneda corriente, sin descuidar cierta mirada crítica al funcionamiento social de los pueblos chicos y las formas de ser de los uruguayos. Con motivo del estreno, pudimos conversar con Fernández, quien nos habló sobre el caso real y sus intenciones a la hora de filmar.

Al principio se nos dice que estamos ante una historia basada en hechos reales, sin embargo es también una historia mínima. ¿Cómo llegaste a conocer este cuento y qué te hizo pensar que podía funcionar en cine?
Como no fue algo que fue sólo una noticia sino que se fue desarrollando durante un tiempo me fue cautivando el ver que iban subiendo las cifras de autos prendidos fuego en Melo y que eso no paraba, entonces dije “Bueno, acá está pasando algo y no es un hecho puntual” y creo que eso también me inspiró a pensar “Bueno, acá puede haber un desarrollo y eso ser una película” que luego pensamos en llevarla más hacia el género — por eso es que también convoqué a Rodolfo Santullo para escribir juntos el guion ya que quería que fuera de género.

Se suele hablar de que en el cine uruguayo hay una cierta “maldición de la segunda película”. ¿Crees en eso? ¿Fue muy difícil hacer esta segunda película para vos?
No sé si una maldición, pero sí es cierto que uno tiene ciertas ventajas (o mismo uno por cómo está en su vida) para hacer una primer película porque puede poner muchas cosas que de repente después ya no podes, así como ya no podes (o no debería) que uno pida favores también porque a veces es normal que uno quiera hacer algo más ambicioso en su segunda película entonces también es más difícil lograrlo; en mi caso si bien es como que la segunda película arrancó muy fuerte en cuanto a temas de fondos, interés y eso se estancó en un momento precisamente por eso, es una película que costó el doble o más del doble que la primera, y también requería la historia otro volumen de producción, entonces fue difícil y sobre todo cuando uno aspira a hacer algo que tenga mayor presupuesto y no mantenerse en lo más low budget y ajustar — por ejemplo, una película de estas no podía hacerse con un presupuesto más acotado: había que quemar autos, había que tener mucha gente, había que poder filmar afuera, entonces esa fue la mayor dificultad cuando en realidad los fondos a los que accedes son los mismos, las posibilidades son las mismas que con una primer película.

¿Fue muy diferente esta producción a la de tu anterior film, “Rincón de Darwin”?
Sí, en dos aspectos. Uno, que la otra era la primera, y evidentemente ya hay como una cuestión de oficio y de tranquilidad y de cosas superadas que en esta segunda ya me sentí mucho más confiado, mucho más seguro; evidentemente ya tenía experiencia de cortos y todo pero es como que la segunda película uno la puede hacer de otra manera, hay muchas cosas que uno ya las vivió, ya las pasó y ya sabe cómo manejarlas. En ese sentido igual Rincón de Darwin fue un proyecto muy lindo de poder hacer, fue un lindo rodaje. una linda película, era la película que yo quería hacer como primer película. Segundo que si bien también era como una comedia, la otra era una comedia dramática, osea, género más fácilmente amable para manejar, y esta requería ese desafío de “Vamos además a hacer una comedia” entonces en ese sentido era muy diferente y creo que también por suerte hubo una alineación de toda la gente que laburó — osea no solo es mía la película, sino que toda la gente que laburó tuvo que alinearse a que esto tenía que ser una comedia y eso hizo que fuera también diferente esta producción.

¿Es difícil hacer una comedia en nuestra filmografía, tan acostumbrada a cintas de corte más dramático?
Debo decir que si, que es la tendencia y eso yo lo tenía claro porque me pasó estando como jurado, que muchas veces leí guiones que eran más comedia de lo que terminaba siendo la película, entonces el desafío (y también por la idiosincrasia de los uruguayos) era decir “Bo, esto tiene que ser una comedia, no comedia dramática sino comedia y punto”. Era una apuesta jugada y eso me obligaba a mí y al equipo a empujar el límite siempre; no pasarnos, pero no quedarnos a medio camino. Creo que también la gente que laburó estaba muy enganchada (lo dije en la pregunta anterior, pero es cierto), mismo no sé, Troncoso estaba feliz de hacer una comedia, y en ese sentido me parece que eso y el entorno, cómo se dio de filmar y todo, permitieron que realmente no se quedara en el camino la intención de que fuera una comedia, porque es cierto, en el estante de comedias son pocas las películas uruguayas que están ahí, sí mucha comedia dramática pero pocas que dicen “Bueno, esto es una comedia” y apuesta a eso, a llegar al público, que no quiere decir que tenga que ser una película boluda, el espectador no es ningún boludo y por eso mismo hacer una comedia que divierta o que pueda hacer sin ser boluda me parece que es un lindo desafío.

¿Cómo afectó a la producción la pandemia, y cómo ves este estreno con estas condiciones?
En nuestro caso por suerte filmamos en noviembre-diciembre del 2019, cuando el mundo aún era sano y feliz, entonces la verdad que al rodaje y todo eso — ninguno nos esperábamos que pasara lo que pasó— entonces hasta ahí fue bárbaro, y luego por suerte gracias a la tecnología se pudo seguir toda la post-producción a distancia, por ejemplo quien hacía el color de la imagen era el mismo fotógrafo de la película, entonces en ese sentido yo estaba muy tranquilo de lo que iba suceder, el sonido era un poco más complicado porque era en Brasil pero la verdad que ta. le pusieron mucho cariño, yo le puse también mucho trabajo, de detalle. de ver y de hablar y de corregir y de enviar las anotaciones, lo mismo con los efectos especiales que hay muchos en la película, en ese sentido igual se pudo hacer, aunque fue una pena por ejemplo no haber podido ir a la mezcla de sonido que eso me hizo sufrir un poco… De todas formas ahora el estreno lo tuvimos que ir aplazando un poco y lo cierto es que no son las condiciones ideales por lo del aforo pero sí me parece que está bueno que sea esta película, una comedia, la que esté siendo el estreno uruguayo de los cines comerciales porque es también como el género que me parece que está bueno que los espectadores hoy en día puedan disfrutar, de ir al cine a reírse un rato, entonces en ese sentido me parece que está bueno salir a dar la batalla de recuperar el público, el hábito por el cine y en especial por el cine uruguayo y con una comedia, eso me entusiasma, poder estar dando esa pelea que de última no es sólo para mí sino para todos los que vienen luego con películas uruguayas.

La película recientemente ganó algunos importantes premios en el Festival de Gramado. ¿Cómo fue el presentarla bajo estas circunstancias? ¿Ves que el panorama de cine latino ha sido muy afectado por el coronavirus?
La verdad que fue un poco una pena porque Gramado es un festival muy cercano, muy amable, nosotros tenemos co-producción con Brasil y en especial con una empresa de Rio Grande do Sul, de hecho entre nosotros y otra película que ellos tenían se llevaron 5 kikitos, premios del Festival de Gramado, y además son los mismos con los que habíamos tenído una película anterior, La mujer del padre, que fuimos a Berlín juntos y era como la oportunidad perfecta para reencontrarnos y disfrutar pero bueno, no pudo ser así que no tiene sentido extrañar algo que no pasó pero igual estuvo buenísimo y festejamos después por zoom. Y sobre el panorama del cine latino, si ha sido muy afectado por el coronavirus, en cierto sentido creo que sí porque los grandes se reponen más rápido y a nosotros, que ya siempre nos cuesta tener pantallas, ponernos a recuperar y ahora a pelear con todas las acumuladas de las majors, que aunque no se diga en general tienen preferencia, bueno la tarea es más difícil todavía para nosotros, aunque por otro lado se han desarrollado otras cosas que son más destinadas a las plataformas de streaming que eso está buenísimo y eso es un cambio que también en cierto punto llegó para quedarse.

¿Tuviste alguna influencia de otros directores a la hora de pensar y filmar la cinta? ¿Le das importancia a las inspiraciones a la hora de crear?
Sí, hay inspiración de otros directores, entre mis favoritos están los hermanos Coen, sin dudas, por la forma como plantean esa cosa un poco existencialista que en mi caso es más hacia el análisis de la conducta humana, esos personajes y ser como bastante jugados y en ciertos planteos de cámaras del director de fotografía con el que ellos han trabajado, Roger Deakins que es un crá. Hay de otros directores y otras películas también. ¿Le doy importancia a esas inspiraciones? Le doy importancia a las inspiraciones y para mí es un trabajo en el sentido de que si voy a hacer una película de género me voy a ver la mayor cantidad posible de películas de esas para ver como otros trataron los temas, cómo resolvieron, de qué manera lo filmaban, osea me parece que es parte del proceso. Me parece que es como escribir una novela, tenes que haber leído a muchos otros escritores para vos también saber cómo escribir la novela a tu manera, pero es bueno nutrirse. Por ejemplo, no sé, hay una parte como de juicio y ahí me vi unas cuantas películas que tenían como específicamente cosas de juicio, entonces eso me parece que es parte del oficio de trabajar y de dirigir una película; por lo menos sobre todo si queres hacer género de una manera interesante, porque no es lo mismo que hacer una película de autor que es más una inspiración artística y pones la cámara donde pintó ese día… Eso es otra cosa que también es válida y me gusta pero en mi caso es más como un trabajo y no de homenajear, hay cosas que de repente yo puedo saber que son un homenaje pero son usadas de forma funcional para la historia que yo quiero contar.

«Rincón…» era una road movie a la uruguaya, y “La teoría de los vidrios rotos” se desarrolla casi en su totalidad en un pueblito. ¿Hay algún motivo particular por el que tus películas no transcurran íntegramente en Montevideo?
Es una muy buena pregunta, no lo había reflexionado demasiado. Quizás tiene que ver con que yo me he sentido un forastero en varias ocasiones por el hecho de haber vivido tres veces en otros países, solo esas tres veces, y también que tengo tres hermanos que viven en otros países entonces quizás eso de ser un forastero es parte que me gusta, me gusta sacar al personaje de su zona de confort; quizás la próxima no sea así pero estas dos salieron así y de hecho en esta es que el forastero que va tiene que interactuar con el pueblo y en la otra eran tres personajes montevideanos que entre ellos tienen que convivir en otro entorno, por lo que ahí me doy cuenta que hay una cierta diferencia pero sí es el salir de viaje o movernos, desplazarnos, lo que generalmente hace que vivamos cosas diferentes y tengamos otros desafíos que son los que a mí me interesa contar.

¿Qué te gustaría que se llevara el espectador luego de ver esta película?
La verdad es que al ser una comedia yo lo primero que quiero es que la gente se divierta, que pase un buen rato, que le queden cosas en la cabeza y de repente se acuerden de algún chiste después, que en lo posible que se ría pero tampoco es una película que esté buscando que estés todo el rato riéndote a las carcajadas, aunque se le pasa volando, y la verdad es que lo que más me gustaría que se llevara la gente es que diga que la pasó re bien y que la recomiende a otros porque ahí es en donde está la verdad, si recomendas una película a otra persona y decís “Bo, anda al cine, usa ese sábado de noche o viernes de noche, gasta la plata, cena”, ver eso para mí realmente es más que suficiente y eso es lo que espero del espectador, que la disfrute y que también reflexione algunas cositas que por ahí se asoman pero sobre todo que se divierta y que pase un buen rato.

 

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Inglesa y brillante: «The virtues» https://granizo.uy/2021/08/23/inglesa-y-brillante-the-virtues/ https://granizo.uy/2021/08/23/inglesa-y-brillante-the-virtues/#respond Mon, 23 Aug 2021 11:01:31 +0000 https://granizo.uy/?p=892

Por Andrea Bertino

No todo lo de calidad es popular. Es el caso de la serie británica The Virtues, que ya lleva un par de años en la vuelta y que es un sopapo de realidad. 

Joseph (Stephen Graham) es un trabajador de la construcción que apenas llega a fin de mes, que se separa de su hijo cuando este viaja a Australia, ahogado por su presente y completamente roto, que vuelve a Irlanda a reconstruir su pasado. Joseph es gris, triste y alcohólico, pero la narrativa de la serie no lo transforman en una pobre víctima al estilo dramón, sino que lo muestra como alguien con el que podemos identificarnos. Vive los dramas de la clase obrera (mostrados de una manera magistral) y en solo cuatro capítulos de poco más de 50 minutos logra tocarnos una fibra: es claro el paralelismo entre su vieja historia de separación familiar y la actual historia con su hijo, como si el pasado estuviera ahí, siempre listo para ser replicado una y otra vez. 

 

Su hermana Anna (Helen Behan) tiene una vida armada y 30 años después, sin casi tener noticias, recibe la visita de Joseph, al que creía muerto, lo cual dispara los recuerdos de una infancia de abandonos y traumas a la que Joseph parece volver, en parte por romper con el momento que vive y en parte para ver si en su pasado encuentra la cura de su depresión. 

 

El director Shane Meadows tiene una sensibilidad especial para plantear el desarrollo sentimental de sus personajes y el drama íntimo de Joseph, que nos resulta tan desgarrador como crudo. Totalmente a la altura está la actuación de Stephen Graham. 

 

El personaje de Joseph nos viene a recordar que el pasado y nuestra historia siempre están ahí y que lidiar por taparla solo se vuelve un boomerang. Su historia se entrelaza con la de Dinah (cuñada de Anna, encarnada por una brillante Niamh Algar), que parece ser un cúmulo de malas decisiones y también tiene un pasado de abandono, pero del otro lado de la vereda. 

 

Lo que funciona a la perfección en esta buena serie es que todo parece muy real, todo es genuino: sus miedos, traumas y dolores podrían ser los de cualquier mortal.  “Todo parece volver, todo parece estar ahí” repite Joseph. 

 

Los cuatro intensos capítulos tienen una fotografía fuerte, directa, híper realista que por momentos retrotrae a Trainspotting y que va de pasado a presente sin parar, usando el recurso de una típica vieja cámara de video de Panasonic. Quizá puede parecer un poco lenta al inicio, pero simplemente es cruda para ojos un poco acostumbrados a productos más blandos. 

 

The Virtues recuerda en algunos pasajes es un thriller policial y en otros se parece más a una secuencia de secretos y verdades ocultas, pero es en definitiva un relato desgarrador sobre la supervivencia con grandes traumas reprimidos. 

 

Algunos creadores utilizan sus series como una válvula de escape de sus propias historias personales que les sirven de inspiración para explicar episodios oscuros o crueles de su pasado, y ese es el caso de Shane Meadows. The Guardian no dudó en afirmar que «los últimos 20 minutos de la serie están entre los pasajes más intensos de la historia de la televisión». No exagera en absoluto. The Virtues es una historia de familia, perdón, y dolor, real y descarnada

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“Cuento contigo”: entrevista a Carlos Dopico y Marcela Martínez https://granizo.uy/2021/08/12/cuento-contigo-entrevista-a-carlos-dopico-y-marcela-martinez/ https://granizo.uy/2021/08/12/cuento-contigo-entrevista-a-carlos-dopico-y-marcela-martinez/#respond Thu, 12 Aug 2021 11:09:03 +0000 https://granizo.uy/?p=835

De la mano de Khaos al Philo presentan un espectáculo de circo contemporáneo que lleva al público por distintos estados

Carlos Dopico y Marcela Martínez comparten escenario desde el 2008 y han transitado el circo en sus diferentes contextos: galpones, salas, carpas, calles, festivales, convenciones, dentro y fuera del país

En el 2020, luego de años de trabajo en colectivos, se encontraron mano a mano en cuarentena, sin poder expandirse más que en su hogar.

Allí crearon el dueto Khaos al Philo, con el que produjeron dos obras: «Cuento contigo» y «Corrientes subterráneas». «Cuento contigo» es un espectáculo de circo contemporáneo que de la mano del absurdo lleva al público por distintos estados. Una obra apta para todo público que se presentará hasta el 15 de agosto en la sala Hugo Balzo del Sodre a viernes a las 20 horas.

¿Cómo surge la idea de montar este espectáculo?

La idea de montar un espectáculo se ha concretado en distintos formatos, hace más de una década. Como dueto es la segunda vez que nos encontramos con el desafío de seguir creando. La primera vez, fue en Samaipata, Bolivia; habíamos anunciado un espectáculo de Varieté en la plaza del pueblo, con varios números de circo y por distintas razones cada uno de los colegas avisó que no llegaría. Fue así que recopilamos todo lo que teníamos e hicimos el espectáculo mano a mano. Esta segunda vez, más de 12 años después, es en medio del confinamiento y la paralización de la actividad cultural. Veníamos trabajando con XyZ Compañía de Circo, y otros proyectos que no pudimos continuar desarrollando presencialmente. En esa condición, nos propusimos crear hacia adentro, autoconcovarnos a la creación. Fundamos Khaos al Philo, la mini compañía de circo contemporáneo con la que rápidamente abrazamos dos proyectos: “Corrientes Subterráneas”, una obra musical, con intervenciones performáticas y “Cuento contigo”, una obra de circo con música en vivo. Esta segunda, es la que estrena en el Sodre, un relato sobre un encuentro 

¿Cómo fue el proceso de trabajo y la puesta de la obra?

Trabajamos desde el cuerpo, el movimiento, de allí va surgiendo la dramaturgia de la obra. Tomamos sensaciones de nuestro cotidiano y reflexionamos sobre eso; tanto en el plano personal, como en el social. Estábamos en un momento de muchas tensiones, miedos, incertidumbres, donde lo que nos calmaba estaba prohibido: abrazar, besar, encontrarse, reunirse. Esto activó muchas memorias y generó nuevas. De esa realidad rescatamos estados, que tradujimos al lenguaje de clown. La puesta se fue dando al mismo tiempo, con el juego clownesco y acrobático, con lo que había a mano. Luego empezamos a multiplicar y expandir lo que queríamos potenciar.

¿Cuáles son los principales desafíos de montar un espectáculo «de circo», donde se mezcla música, actuación y destrezas físicas?

«Cuento contigo» es un llamado a la empatía, una invitación a dar paso al error y luego reparar o construir algo nuevo. El juego permite irrumpir con esa realidad que nos avasalla y alivianar las cargas si nos acompañamos. Por tanto, el desafío siempre es que todo esté en función del sentido estético y ético, que la acrobacia, la música y la actuación, sea un entramado que nos convoque tanto a la reflexión como a la risa. Mezclar las disciplinas es algo que surge desde un comienzo; es entrar en diálogo, desdibujar las fronteras. 

¿Puede ser visto como una reivindicación del circo contemporáneo?

El circo es un arte vivo, que se reivindica en la calle, en cada semáforo, donde un artista irrumpe con su acto de un minuto la rutina cotidiana. Nosotros, más que reivindicar el circo, reivindicamos el cuerpo y sus posibilidades, el juego y sus denuncias. 

¿Qué le da la sala Hugo Balzo a la propuesta?

La Sala Balzo es ideal porque es grande en infraestructura e íntima en aforo. Eso, en estos tiempos, da lugar a un encuentro más cuidado. A nivel técnico, nos permite desplegar ideas que de otro modo no se podrían.

(Fotografías de Alejandro Pérez Sacco)

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En el Solís se estrena «Pulcinella» https://granizo.uy/2021/08/10/en-el-solis-se-estrena-pulcinella/ https://granizo.uy/2021/08/10/en-el-solis-se-estrena-pulcinella/#respond Tue, 10 Aug 2021 11:11:25 +0000 https://granizo.uy/?p=808

«PULCINELLA” – 20, 21 Y 22 DE AGOSTO, 19:30 horas

SALA PRINCIPAL DEL TEATRO SOLÍS

Un espectáculo que reúne a la Orquesta Filarmónica de Montevideo  y la lírica y la danza neoclásica de la Compañía Telón Arriba. Los elencos se unen para dar vida a los personajes de la Commedia dell’arte con música de Stravinsky.

La función comienza con la obra Antiche Danze ed Arie de Ottorino Respighi a cargo de la Orquesta Filarmónica de Montevideo. A continuación, la Suite Pulcinella de Igor Stravinsky, que se realiza en un solo acto, de 45 minutos de duración.Se presentan 15 bailarines en escena y 3 cantantes: la soprano Sandra Silvera, el tenor Andrés Barbery y el barítono Alfonso Mujica. La coreografía, con el sello distintivo de la compañía Telón Arriba, utiliza la danza neoclásica como lenguaje esencial y la contemporánea como complemento.

Con la dirección general de la consagrada Giovanna Martinatto -integrante del Ballet Nacional del SODRE durante 20 años, en donde se desarrolló como Primera Bailarina de la Compañía, graduada como Registered Teacher en la Royal Academy of Dance de London,UK-. El vestuario original fue creado especialmente para la obra por Gonzalo Gigou.

Argumento

La historia comienza con Florindo y Cloviello cantando serenatas a Prudenza y Rosetta. Las dos mujeres no se dejan impresionar y responden a los pretendientes con agua. El padre de Prudenza, un doctor, aparece entonces y sale en su persecución. Un nuevo episodio comienza con Rosetta bailando para Pulcinella, que al final se besan. Pimpinella, que les estaba espiando, interrumpe la escena. Florindo y Cloviello llegan en ese momento y, celosos a su vez de Pulcinella, le dan una paliza durante la cual Pulcinella es apuñalado. Pero todo esto es realmente una farsa para conseguir que Pimpinella perdone a Pulcinella. Así que, entonces, aparece Furbo disfrazado de mago y resucita a Pulcinella delante de todos. Pimpinella perdona a Pulcinella, y Prudenza y Rosetta sucumben por fin al cortejo de Florindo y Cloviello. El ballet concluye con las bodas de las tres parejas.

Ficha artística

Orquesta Filarmónica de Montevideo – Compañía de Danza Telón Arriba

Dirección Musical: Ligia Amadio

Coreografía y Dirección Compañía de Danza Telón Arriba: Giovanna Martinatto

Cantantes: Sandra Silvera (soprano), Andrés Barbery (tenor), Alfonso Mujica (barítono)

Bailarines: Sergio Muzzio (Pulcinella), Giovanna Martinatto (Pimpinella), Agustín Bletranchini, Agustina Burgueño, Alejandro Fernández, Ana Clara Cedres, Camila Cattani, Federico Godoy, Ismael Israelian, Kiana Johnson, Leandro López, Lucía Piccini, Luis Raymunde, Maximiliano Rodríguez, Natali Fernández, Nathiany Ribeiro, Romina Grecco, Vicente Etcheverry.

Programa:

* OTTORINO RESPIGHI

Antique Danze et Arie (3a Suite) (16′)

* IGOR STRAVINSKY

Suite Pulcinella (45′)

Duración: 61´minutos

Asistente de coreografía: Lucía Martínez

Diseño de Vestuario: Gonzalo Guigou

Diseño de iluminación: Martín Blanchet

Fotografías: Majo Casaco

Producción Telón Arriba: Jimena Brandariz y Javier Bremermann

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