Música https://granizo.uy Tue, 12 Apr 2022 11:43:39 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.5 https://granizo.uy/wp-content/uploads/2021/02/cropped-35479380_2119724648259311_9137196494472871936_n-32x32.jpg Música https://granizo.uy 32 32 194878474 Vuelve la música pusilánime https://granizo.uy/2022/04/12/vuelve-la-musica-pusilanime/ https://granizo.uy/2022/04/12/vuelve-la-musica-pusilanime/#respond Tue, 12 Apr 2022 11:35:14 +0000 https://granizo.uy/?p=1016

Por Mauricio Rodríguez

El próximo martes 12 de abril se vuelve a reunir Los Pusilánimes, la legendaria banda que nació en las largas giras que hizo en los 80 y 90 Jaime Roos. Presenta su disco “Criaturas musicales” en el Teatro Solís, a las 20:30 horas.

La banda está conformada por Hugo Fattoruso, Diego Ebbeler, Carlos Quintana, Popo Romano, Gustavo “Cheche” Etchenique y Walter “Nego” Haedo. Se reúne para celebrar los 24 años de su disco «Criaturas Musicales», que fue grabado en la década de los 90 en Circo Beat, el estudio de Fito Páez, y que fue producido por el estadounidense Neil Weiss. Un trabajo de referencia que acaba de ser reeditado.

En los avances de la presentación del disco, se dijo: «Hay rock, hay jazz y hay World Music. Aquí todo se suma a esto, Los Pusilánimes, una fusión de otro tipo. Criaturas musicales, provenientes de otro lugar y tiempo, aunque muy adelantadas a su tiempo. Bienvenidos a lo desconocido».

¿Cómo surge la idea de este reencuentro tantos años después?

Se reedita el año pasado una grabación que hicimos hace un buen tiempo en el estudio Circo Beat, el estudio de Fito Páez. Hay un trabajo de remasterización. Con esa excusa, les escribí a todos para ver cuándo podría ser que se encontraran todos en Montevideo, pare ver de juntarnos. La fecha que surgió como posibilidad fue abril, entonces hicimos algunas consultas a salas para poder hacer algo. Y el Teatro Solís nos dio la posibilidad del 12 de abril, y así surgió.

¿Cómo surgió el “proyecto Pusilánime”?

En aquellos tiempos éramos todos instrumentistas que acompañábamos a Jaime (Roos). O sea que el que nos une, de alguna manera, es Jaime. Había como una “convivencia” casi permanente, había muchos toques, giras largas. Entonces en los ensayos, en algún tiempo libre, empezaron a nacer canciones. Hugo Fattorusso tiraba alguna música, Carlos Quintana otra, yo alguna cosa. Entonces se dio, se fue dando, la idea de madurar este proyecto. Un proyecto que en aquel momento estaba muy aceitado. En cada hueco que había, hacíamos música.

¿Por dónde se plantearon llevar la música en ese momento?

Era todo muy espontáneo. Del momento, el entusiasmo que había. Todo lo que significaba para nosotros acompañar a Jaime en esas giras, esos estadios llenos de gente. Y estar con Hugo y toda esta barra. Eso genera en el músico una cuestión de adrenalina. Una emoción, como una excitación.

¿Cómo fue este reencuentro con el resto de los músicos de la banda?

Hicimos mucho trabajo previo a distancia. Hay una sensación de emoción, de cuidado, de “entrar en sintonía”. De “entrar en calor” con lo que estamos haciendo. Hay como una mezcla extraña de respeto, de cuidado. Y de “ponernos las pilas”, porque no podemos olvidar que esto fue grabado hace mucho tiempo en estas circunstancias que te decía. La cabeza y el estado emocional está intentando entrar en sintonía con 25 años atrás. No es sencillo (Risas).

¿Qué van a mostrar el martes en el Solís?

Vamos a recrear fundamentalmente ese disco que grabamos, que se llama “Criaturas musicales”. Y también canciones nuevas. Hay músicas de Hugo, hay también alguna mía. Y aunque suene empalagoso, hay mucho amor y mucha admiración entre cada uno de los que formamos parte de esto.

 

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Davus: «El show es como ir al gimnasio» https://granizo.uy/2021/11/01/davus-el-show-es-como-ir-al-gimnasio/ https://granizo.uy/2021/11/01/davus-el-show-es-como-ir-al-gimnasio/#respond Mon, 01 Nov 2021 11:38:43 +0000 https://granizo.uy/?p=971

Por Martín Imer

Si bien hace unos años podía parecer un género de nicho, la realidad es que el trap como género musical se ha impuesto en la escena latinoamericana, y Uruguay no ha sido ajeno a esta explosión de talento urbano. Entre los artistas que circulan por la movida se destaca Davus, un músico local que, gracias a una combinación de letras cercanas y sonidos adictivos, ha generado una legión de fans.

Davus (o, como es su nombre real, David Oliver) aporta una frescura particular que es elogiada tanto en nuestro país como en toda América Latina, y sigue avanzando en su camino artístico logrando importantes lugares en diversos shows. En esta entrevista podrán ver a un Davus auténtico, en su forma de hablar, volando entre distintas líneas de pensamiento – que intentamos replicar en esta transcripción de la charla – y también en su honestidad a prueba de balas.

¿Cómo ves este presente en el que estas, que vas a sacar ahora una canción y tenes varios shows por delante?

-Bien, me siento en un buen momento porque viste que por la pandemia y todo medio que venía todo bastante bien, subiendo zarpado, y de repente de la nada se estancó y empezó a bajar, y de a poquito en la pandemia si bien llegue a hacer un par de shows que estuvieron buenos, en salas grandes, no los sentía como que estaba en movimiento, ¿viste? Yo siento que recién ahora está todo activándose y eso me llena porque lo necesito. La instancia del show es, para mí, como ir al gimnasio, es como un ejercicio que también me hace distender zarpado y además esta toda la instancia del contacto con la gente que ta… es el único lugar donde realmente conectas con la persona que te escucha, porque en otros lados no los ves, no los cruzas, en la calle capaz alguno que otro pero no se genera lo mismo.

Vos me decías que era medio como una cosa casi catártica, el que estuvieras todo el tiempo componiendo, ¿cómo es tu proceso creativo?

-Depende como estoy, no es siempre igual, pero siempre va ligado a como me siento, digamos. Hay gente, escritores o productores, que logran escribir o producir más allá de cómo están, ¿viste? Eso ya requiere de un nivel de cabeza que no tengo o que todavía no me sale, entonces mi ritmo de creación siempre depende de cómo me siento yo; si estoy bien, van a salir cosas que se sienten bien y si estoy mal van a salir cosas que se sienten mal pero no dejan de ser buenas o malas por eso; sea lo que sea que esté haciendo voy a hacer lo mejor que me salga. Pero no hay un patrón a seguir.

Y son temas que salen muy de adentro tuyo, ¿no?

-Sí, la mayoría sí. Obviamente que hay temas que los he pensado más comercialmente hablando y de repente son más superficiales, pero por lo general sí, siempre salen de adentro porque me siento así cuando los hago, entonces en la mayoría sí hay una especie de no sé, algo que se siente que es real porque sale de ahí.

¿Y cuáles son los que más pegan en el público, los comerciales o los que son más propios?

-En el público general los que son más comerciales, porque es lo que quieren escuchar, lo que más se parece a lo que suena en el mercado es lo que la gente suele agarrar mejor. Pero después están las personas — no sé si decir fans, pero sí los que escuchan más seguido, digamos, que aprecian mucho más lo otro, porque llegan a conocerte un poco mejor, se sienten más cerca. Pero es más difícil entrar al público general con una canción que de repente no suene a nada parecido a lo que hay en TikTok.

También estábamos hablando de esa velocidad con la que vos haces las cosas y sacas álbumes y temas, ¿cuál sería el que vos consideras un ritmo habitual de trabajo?

(Ríe)

¿O no tenes?

Es que no, el ritmo habitual de trabajo para mi hoy en día es cuando estoy en plan — es que yo funciono por rachas, ¿viste? De repente tengo una buena racha y estoy tres, cuatro semanas que no paro, todos los días me pongo a hacer dos o tres canciones, literal, y hay rachas que en dos meses no hago una, pero cuando no estoy haciendo música estoy o pensando en la producción de videos, o haciendo tipo tapas para los releases, o armando shows, o vendiendo CD’s, siempre estoy haciendo algo relacionado. Si no estoy haciendo música, estoy haciendo algo relacionado con el producto en sí. Siempre estoy pensando en eso, de una u otra manera.

¿Cuál es tu inspiración, tenes inspiraciones de tu vida o son cosas que salen en el momento?

Por lo general suceden situaciones en la vida que esas me llevan a sentir ciertas cosas y en vez de hablarlas o ir a un psicólogo – que debería, igual (risas) – las saco por ahí, entonces eso es una inspiración. Por ejemplo, cuando me siento triste, ponele, sobre todo cuando tiene que ver con amores, esos son los mejores momentos, puedo hacer un álbum en 2 semanas.

¿Y eso no te hace sentir también un poco vulnerable ante el público?

-No porque aprendí a vivir con eso y me gusta también sentir que puedo sacar para afuera algo que otros también tienen adentro pero no se animan a hacerlo o no les gusta hacerlo, pero sí como ver cuando alguien lo hace. Es como un libro, la mayoría de los bestsellers son libros en donde alguien cuenta algo que le pasó, situaciones dramáticas o cosas emocionales; a la gente le gusta de repente ver en otros lo que ellos no se animan o no quieren hacer, entonces capaz me siento un poco vulnerable si lo pienso, pero no es algo que no me haga dormir, al revés, me gusta porque siento que me hace ver más humano al ojo del otro. Y no me cambia tampoco, no duermo más o menos por si me miran bien o mal, por ser así, me da igual.

Más allá de que seguís siendo independiente y tuviste un camino sobre todo que te costó mucho, ahora estas en estos shows bastante grandes e importantes, ¿cómo ves, en general, a la industria en Uruguay, independiente y mainstream?

Independiente es complicado como toda la vida, eso sigue igual. Osea, hay más gente involucrada, gente metiéndose, más eventos y más movida, pero sigue muy en pañales, siento que faltan gestores culturales que conecten al público con los artistas de una manera que sea productiva para todos, ¿viste? Como que todos puedan beneficiarse de eso. Y en lo comercial, creo que ha crecido abundante, hoy en día hay varios estudios de grabación increíbles que hace 5 o 10 años no existían, y todas esas cosas salen de los bolsillos de personas que las hicieron a huevo, no es que vino — ponele, en España hay un estudio de HYM, osea nada que ver, una empresa de ropa, pero que van y ponen plata y hacen canciones y es para el uso nuestro — acá no, acá hay gente que porque toda la vida han sido productores dicen «vamos a poner un estudio» y gracias a eso es que hoy en día existe todo un ambiente, digamos, comercial, de artistas que están haciendo algo más grande y que está bueno; creo que hay una escena comercial ya, que no será increíblemente zarpada exorbitante, pero hay artistas que pueden competir internacionalmente en cuanto a números y producto y eso.

¿Y vos en qué lugar te ves en este momento?

Yo me veo del lado independiente porque es lo que soy, pero a su vez creo que tengo llegada y amistades y conexiones del mainstream, entonces es como que trato de usar herramientas de los dos lados, no me considero tampoco 100% independiente porque si bien esto es laburo que sale a huevo muchas veces colaboro con gente que no es independiente entonces es como que estoy ahí, en el vaivén, estoy jugando con las dos.

¿Y te gusta eso?

Sí, me gusta, y yo no estoy en contra de nada, tampoco no es que yo me cierre y diga “yo soy así” ni ahí, si soy independiente es porque estoy esperando el momento indicado para llegar a un acuerdo que yo también me sienta 100% cómodo de firmar. Ya podría haber firmado, pero no siento que he recibido el trato que merezco, entonces estoy ahí jugando, pero cómodo.

También es más difícil eso…

-Total, porque hay muchas puertas que se te abren si ya estás adentro. Por más que esté todo bien, por más que seas amigo y todo, es su negocio, comen de eso, y por más que esté todo bien vos tenes que estar adentro para que se te abran esas puertas, y yo lo entiendo. Pero ta, mientras tanto, por ahora puedo moverme, puedo hacer música, puedo vender libros y vender ropa y algo puedo sacar.

En Argentina también tenes muchísimo público, ¿no? Yo había leído un dato tuyo que de Spotify eras más escuchado en Argentina que en Uruguay.

Sí, en Argentina, México, Chile, España y recién Uruguay. En Argentina son 20 veces más que lo que me escuchan acá

También hay un mercado mucho más grande allá.

Claro, en Argentina sí hay una industria que ya está, ya no los mueve nadie, acá se está gestando recién. Allá también hay más gente y consumen mucho más, están mucho más acostumbrados a escuchar más allá de lo que suena en la radio, o en la televisión, o en spots publicitarios. En Argentina escuchan cosas más de afuera y eso ayuda un montón porque de repente yo hago cosas que no suenan tan como el Peke o cosas así, son otras vertientes.

¿Y a vos te gustaría vivir en Argentina?

No sé si me gustaría vivir, pero me gustaría hacer viajes intermitentes, cada dos semanas ir; dos allá, dos acá y así pero no sé si me gustaría estar ahí tiempo completo, sería complicado, me gusta también estar acá. Sería lo más inteligente, igual.

Para tu carrera, sí, si lo miramos desde un punto de vista económico y comercial.

Podría hacer igual algún viaje que dure, no sé, seis meses, y ver qué onda. En realidad, podría pasar, pasa que en mi cabeza lo pienso y me da cosa; también pasa que estoy muy arraigado acá, nunca viví en otro lado, entonces me daría un poco de miedo.

¿Miedo a qué?

A todo, porque voy a meterme en algo que ni conozco, también: yo he viajado un montón, pero no es lo mismo ir como turista que ir a vivir ahí. No es lo mismo ir con dólares y cambiarlos ahí en el dólar blue que ir y ganar en pesos, entonces ya es otra onda… Aparte cuando vas una semana o dos tenes algo para hacer todos los días, porque obviamente como saben que estás ahí poco tiempo te van a invitar a un estudio a grabar, te van a invitar a todos lados, pero la cosa es cuando estás ahí quién te sigue invitando y quién te sigue en esa; una cosa es el que está ahí un ratito y otra es el que ya está ahí. Cambia.

Volviendo al tema de los shows, ¿Cuándo tenes ahora?

-El 22, en la Sala del Museo.

¿Cómo te sentís cuando encaras un show que ya tiene toda una preparación, en un escenario, con luces, te sentís distinto a lo que es un show más casero con amigos?

Sí, obvio, te saca algo de adentro que está re zarpado, porque cuando es algo de amigos y eso por lo general — antes de ayer, fue un evento, en una plaza que estuvo hermoso, en el Pinar, y yo realmente lo disfruté muchísimo pero claro, tiene limitaciones en cuanto a sonido que de repente satura un montón, que el retorno es malísimo, entonces no terminas de entrar como deberías, pero en cambio en las salas grandes yo creo que ya sólo con el sonido se te mete algo adentro que decís «esto es mío, es mi momento» entonces terminas haciendo algo mejor. Yo lo vivo re bien, a mí me fascina, cada vez que tenemos que tocar en una sala grande no sé, me entero un mes antes ponele y con las preparaciones y eso ya estoy deseando que sea el día.

¿Tenes próximos proyectos muy a futuro o vas armando cosas sobre la marcha?

Las dos, tengo cosas que voy armando y las guardo y veo para sacarlas cuando sienta que es el momento o cuando tenga ganas, porque a veces no sentís nunca que llega el momento porque es imposible saber. A veces le erras y a veces le embocas, cuando pensas que puede funcionar o no, pero me gusta hacer las dos cosas, grabarlo y guardarlo, esperar que sea el momento, prepararlo con dos meses antes, largarlo pensado, o de manija decir “bueno vamos hacer esto, hacemos el video mañana con un celular igual y lo largamos la semana que viene”, osea las dos, porque me como la cabeza, si estoy haciendo música pensando en que la voy a sacar en junio del año que viene ya la mente me come, no puedo, tengo que pensar en el ahora también.

 

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Con Hugo Rocca, de Proyecto Caníbal Troilo https://granizo.uy/2021/10/11/con-hugo-rocca-de-proyecto-canibal-troilo/ https://granizo.uy/2021/10/11/con-hugo-rocca-de-proyecto-canibal-troilo/#respond Mon, 11 Oct 2021 11:22:08 +0000 https://granizo.uy/?p=956

“El tango goza de buena salud”

El próximo 15 de octubre llega la cuarta edición de “Zita de tango”. Con la presencia del Proyecto Caníbal Troilo Sexteto, ganadores del Premio Graffiti 2021 en categoría mejor disco de tangos por su trabajo «Tangos Clandestinos». Y la cantante y actriz Natalia Bolani, quien estará acompañada del cuarteto del maestro Álvaro Hagopián, y presentará canciones de “Nueve puertos”, su primer disco solista. Será en la Sala Zitarrosa a las 21 horas. (Foto: Gustavo Di Landro).

En el marco de la cuarta edición de “Zita de tango”, Natalia Bolani & Cuarteto Hagopián adelantan temas de su disco “Nueve puertos” y presentan parte de un homenaje a Piazzolla, con temas inéditos en su año centenario. Por otro lado, también estará el Proyecto Caníbal Troilo, ganador de los Premios Graffiti como mejor disco de tango por su fonograma «Tangos Clandestinos». Serán parte de una gala que a lo largo de estos últimos años ha quedado como marca registrada de la Sala Zitarrosa, y que tiene como premisa fundamental apostar al tango nuevo.

En esta oportunidad se darán cita dos estéticas diferentes, que a partir del patrimonio musical orillero elaboran sus propias propuestas, asumiendo riesgos e inyectándole al género temáticas y sonoridades muy personales.

 ¿Cómo surgió la iniciativa de «Zita de tango» y qué objetivos se plantearon?

Surgió hace cuatro años, a partir de una fecha que yo tenía marcada para tocar con Proyecto Caníbal Troilo (PCT). Se me ocurrió la idea de compartir una fecha con colegas, y darle al evento una grifa que lo personalizara. El responsable del nombre en el juego de palabras con “Zita”, fue el músico, productor y compositor Jorge Alastra, que con los Malajunta Tango Trío fueron parte de varias de las “Zitas” de Tango nuevo.

¿Cómo ha ido evolucionando la propuesta?

Este año vamos por la cuarta edición, o sea que la gala llegó para quedarse. En los diferentes años, hemos convocado a diferentes artistas del género, como Sergio Fernández, Pablo Fagúndez y las finas hierbas, Gabriela Morgare, y obviamente los Malajunta con quienes fuimos anfitriones durante las tres primeras galas. Este año, la grilla la compartiremos junto a Natalia Bolani y el cuarteto del maestro Alvaro Hagopián, presentando su primer disco (“Nueve Puertos”).

 ¿Cuál es la situación del tango hoy?

Vaya pregunta. Bueno, aparentemente goza de buena salud. Acá el tango tiene varias aristas, desde las milongas o escuelas que enseñan a bailar (tal vez un poco frenadas actualmente por el tema de la pandemia), y los/las exponentes que mantienen la vigencia de la tradición interpretando temas del viejo acervo. El riesgo a salirse de la calle conocida y romper los paradigmas del tango lo encuentro, por ejemplo, en los paisajes sonoros de Luis Di Matteo, la escritura de José Arenas, la furia propulsiva de Leonel Gasso, lo de Malajunta con la tanguez-urbana.

Y en ese panorama, ¿en qué momento se encuentra el Proyecto Caníbal Troilo?

Actualmente grabando nuevo disco. En mi caso, la compulsión creativa nunca estuvo en paralelo con los diseños de la realidad. Si por mí fuera grabaría un disco por año. Las canciones se amontonan, se superponen, piden salir a la cancha. Y hay que darles el gusto. Y el estudio de grabación es como el Laboratorio de Dexter. La posibilidad de poder probar sonidos, texturas, climas, ponerle el mejor vestido a la canción, jugar, investigar. Todo eso hace que el viaje siga valiendo la pena, mantener vivo el espíritu inquieto del niño interior, y seguir haciendo lo que más nos gusta.

¿Cómo fue el proceso de trabajo de “Tangos clandestinos”, el último disco?

Los procesos de grabación siempre son intrincados, en el buen sentido de la palabra. Porque primero escuchamos el crudo de la canción para visualizar la dirección estética adecuada, los sonidos, la forma. Y a medida que se va armando el puzzle musical, van apareciendo imágenes de personas que podrías invitar a grabar, aquella voz o aquel instrumento. Ahí se van tomando decisiones, con libertad incondicional, siempre tratando de favorecer a la canción. Este último disco es muy ecléctico, tiene mucho “guitarrerío” bardero, electrónica, habaneras con murga, pero también climas muy despojados, muy intimistas. Cada canción simboliza su propia novela, por eso no hay una preocupación en seguir una línea determinada, sino de permitir la multiplicidad de sensaciones.

¿Cómo recibieron el reconocimiento de los Premios Graffiti?

Si bien no hacemos música para ganar premios fue una linda sensación, de reconocimiento, la certeza de que el disco fue escuchado antes de ser evaluado. Y que escuchen la música que uno hace, ya es un regalo para el cuore.

¿Qué se verá en esta nueva edición de Zita de tango?

Me parece que el plato fuerte va a ser Natalia Bolani con su cuarteto, que es una aplanadora;  además de que ella es una cantora de nivel planetario. Va a revisitar la obra menos conocida de Piazzolla, con transcripciones de temas al italiano. Así que recomiendo que la vayan a ver a ella (Risas).

 

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Pilsen Rock 2003: el día que la música cambió https://granizo.uy/2021/09/17/pilsen-rock-2003-el-dia-que-la-musica-cambio/ https://granizo.uy/2021/09/17/pilsen-rock-2003-el-dia-que-la-musica-cambio/#respond Fri, 17 Sep 2021 10:18:26 +0000 https://granizo.uy/?p=933

Por Andrea Bertino

Un recuerdo en primera persona del Festival que marcó y cambió la música uruguaya.

En teoría me iba a ir en tren pero no llegué a sacar los pasajes. Entonces me colé (aunque pagué) en un ómnibus de estudiantes de Economía, que a pesar que yo estudiaba Derecho fueron buena onda y nos dejaron a mis dos amigas y a mi subir. Llegamos a Durazno como a las ocho de la noche, ya había empezado el show de la primera noche. Era un sábado de octubre de 2003 y el mundo del rock iba a cambiar para siempre. Todo iba a ser un festival de rock uruguayo que, junto con las bandas de cumbia estilo Mayonesa y Chocolate, estaban explotando. Fue el boom de la música nacional, quizá un poco acentuado por la negrura luego de la crisis del 2002. Todo parecía renacer. La cerveza Pilsen no es especialmente la más rica del mercado (disculpen la autoreferencia pero realmente no me gusta) pero hay que reconocerle la buena prensa y las brillantes campañas de marketing que ha hecho. Y el Pilsen Rock, además de ser el evento multitudinario más importante de la historia del rock en Uruguay, fue el punto de partida de Pilsen como “la cerveza uruguaya”. Este show fue una iniciativa del comunicador Kairo Herrera y el contratista Claudio Picerno y superó todo y a todos. El parque de la Hispanidad, donde se hizo el evento, reunió a más de 100.000 personas en su primera edición, una absoluta locura si pensamos que en Durazno viven 30.000 personas. Sí, se había casi cuadruplicado la población en horas. 

Cuando llegamos armamos la carpa bajo lluvia en el camping de Durazno y nos fuimos al show. Estaba tocando Trotsky y cerró Buitres, en el mejor show que ví en mi vida de ellos. Ya estábamos embarrados y con altos niveles de alcohol en sangre; como todos. Se imaginan: una montevideana algo de barrio pero también un poco nena de mamá, que ni sabía que en Durazno había edificios, en medio de ese gentío pero realmente sintiendo eso de “libertad”. No logro recordar específicamente si los shows fueron “buenos” pero si logro recordar vívidamente la atmósfera que había: amistad. Parecía impensado que entre toda esa cantidad de gente que había desbordado el departamento, mal dormida, mal comida, sin lugar donde quedarse y borracha, reinara la calma. Pero sí. Y no era una tensa calma. Era una calma real, una cuestión de “somos todos lo mismo”. No teníamos para comer, a los vendedores y carritos se les había terminado todo. Terminé comiendo (real) recortes de pan de molde en una plaza que amablemente nos donó una panadería; creo que al ver nuestro estado. 

Uruguay salía de una de las peores crisis de su historia, causada por los mismos buitres de siempre. Veníamos de años grises, feos, crudos. Todos necesitábamos un Pilsen Rock. Volver a sentir que no éramos una piedrita una vez más hundiéndose en el barro de América Latina. En el 2003 yo tenía 22 años y habíamos vivido las razzias de Lacalle Herrera en los 90 para después comernos el 2002. Vi a mis viejos llorar porque no tenían un mango, vi amigos irse del país, vi a Uruguay casi morir. Y esto, a pesar de que fue un simple festival de rock, nos revivió. Necesitábamos ese grito: “No era cierto” de NTVG se volvió un himno de los que se iban porque no había alternativa acá, “El viejo” de La Vela retrataba a los marginados, “Maldición” de Once Tiros le cantaba al hastío y el disco “Caída libre” de La Trampa se convertía en el soundtrack de la peor película de ese vetusto Uruguay. 

Fue literalmente un éxodo hacia Durazno, de campings improvisados en patios y rincones, de lugareños amables y cálidos que nos dejaban pasar a los baños de sus casas como si fuéramos sus nietos. Fue una necesidad emocional donde los jóvenes poscrisis exorcizamos miedo, asco y rabia. Fue el primer festival uruguayo de rock tan grande pero ciertamente no se confiaba tanto en qué podían dar los artistas uruguayos, por eso contrataron a La Renga para no hacer agua. Y explotó y superó todo. Se derribaron mitos y fantasmas, acerca de los jóvenes y del mismo rock. Y en los años siguientes ya no se necesitó más nada. Parecía que Uruguay se había despertado. 

Super recomiendo:

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Entrevista a Ali González https://granizo.uy/2021/09/04/entrevista-a-ali-gonzalez/ https://granizo.uy/2021/09/04/entrevista-a-ali-gonzalez/#respond Sat, 04 Sep 2021 12:47:58 +0000 https://granizo.uy/?p=915

Por Mauricio Rodríguez

El domingo 12 a las 20 horas vuelve el festival “Amasijando los blues” a la Sala Zitarrosa. Se presentarán La desgastada, Blues Bergs y Ali González y los tres tornados. Las entradas están a la venta por Tickantel.

Con una amplia trayectoria musical y manteniendo un clásico estilo retro, y las influencias del rock, rockabilly y el blues, Ali González se presenta en la Sala Zitarrosa acompañada de Los tres tornados (Chucho Cairoli, Walo Crespo y Gabriel Federico). Ali González busca reflejar la esencia de los años 50, con estilos musicales que eran populares de esa época, lo que también se ve reflejado con la estética que ha elegido para su imagen. Es un claro estilo “Pin Up Girl” que parece salido de una máquina del tiempo, trasladando a su público al pasado y reviviendo una era que fue clave para la industria de la música. Bien puede ser vista como una “pinupgirl” uruguaya. “Siempre amé todo lo que era la música y la estética de los años 50”, dice Ali González. “Los músicos que más me han inspirado de esa época son Elvis Presley, Chuck Berry, Etta James, Muddy Waters y Howlin Wolf”.

Ali González cuenta con una larga trayectoria musical local e internacional. En sus comienzos formó parte de un dúo de piano y voz con el cual cantaba en Punta del Este. Fue cantante de la banda Canela por varios años y junto con esta banda fue telonera en el 2000 de la cantante estadounidense Laura Branigan, quien actuó en el Conrad de Punta del Este. En el 2003 participó del programa televisivo de canto y baile “Casting”, de canal 12, siendo seleccionada de entre 3.000 cantantes para formar parte de este concurso.  En el 2015 participó en la obra musical infantil “Musicoloridos” como cantante y actriz, para la cual compuso algunas de sus canciones. La obra ganó un Premio Florencio Infantil y su música fue nominada a los Premios Graffiti en el 2016. En 2017 creó, junto a Raúl Pierri, la banda retro Jaque doble, que lanzó en el 2019 un álbum LP con 11 temas originales producidos por Max Capote. Cantó varias de sus canciones en el Kustom Kulture Weekend de Punta del Este en el verano del 2019. El 2020 marca el comienzo de su carrera solista y en este 2021 lanzó dos sencillos de su autoría, un rockabilly llamado “Hey hey hey” y el blues “Can’t get you out of my head”.

¿En qué momento de tu carrera sentís que estás hoy?

Siento que por fin logré encontrar mi identidad en la música, siguiendo un estilo retro de los años 50 en mi sonido y mi estética. También por suerte estoy en una etapa muy creativa, estoy inspirada, logrando escribir varias canciones inéditas nuevas con un fuerte enfoque en el blues clásico y el rock & roll.  

¿Cuáles son los momentos que destacarías de tu camino artístico? 

El día que me animé por fin a empezar a componer mis propias canciones. Nunca me imaginé que yo podría hacerlo, veía a otros músicos componer con facilidad y admiro mucho la gente que tiene ese don, pero pensaba que yo no era capaz. Hace algunos años decidí intentarlo y quedé muy emocionada cuando salieron mis primeras canciones, eso marcó un antes y después en mi carrera artística. Me queda mucho camino por recorrer y muchas cosas por aprender como compositora, pero estoy disfrutando mucho del proceso.

¿Cómo recordás la experiencia de ser telonera de Laura Branigan? 

Fue increíble compartir el escenario con una artista como ella, yo era fan, adoraba sus canciones y la fuerza de su voz. Cuando la vi en el escenario en la prueba de sonido quedé impresionada con la energía que tenía, recorría todo el escenario con una naturalidad increíble y transmitía mucho. La noche del evento como buena cholula que soy le pregunté si me podía sacar una foto con ella y si me daba su autógrafo. Es muy simpática y cálida y aceptó. 

¿Cómo fue el proceso para comenzar este camino solista? 

Se fue dando de forma natural, la banda Jaque doble había cumplido un ciclo y esa etapa había terminado. Y para poder seguir adelante con la música tomé la decisión de seguir como solista, aprovechando también el hecho de que estaba escribiendo más canciones propias.

¿Cómo es tu vínculo con el público y el escenario? 

Me gusta mucho estar en contacto con el público, para mi es fundamental y un disfrute total. Antes de subir a un escenario siempre paso muchos nervios, pero una vez que arranco a cantar me olvido de todo y disfruto cada segundo. Mi meta principal al interpretar una canción es lograr transmitir emociones al oyente, ya sea alegría o nostalgia. La música es algo mágico, la energía que se genera entre el público y el músico es algo maravilloso, si yo logro emocionar al oyente, ese es el regalo más preciado para mí.

¿Cómo surge la posibilidad de sumarte a la banda Los tres tornados? 

Es la banda de Chucho Cairoli, hace 20 años que tocan juntos. Los tres tornados es uno de los nombres que usan, pero su nombre más conocido es Rockadictos. Hace algunos años que me puse en contacto con Chucho y trabajamos juntos en varios proyectos musicales. En esta etapa, yo soy como un “agregado” a algo que ya estaba armado previamente, por eso quedo Ali y los tres tornados.

¿Cómo vivís este recital en la Sala Zitarrosa? 

Como una oportunidad única, un sueño hecho realidad. Estoy super entusiasmada con lo que va a ser esta experiencia y muy agradecida de poder compartir el escenario con músicos y bandas que valoro y admiro.

¿Qué es lo que van a mostrar en este «Amasijando los blues»? 

Vamos a vivir una experiencia de blues hermosa y compartir esa energía tan especial con el público. Dicen que “el blues es la música que se toca con el alma” y las bandas que participaremos del evento lo sentimos así y vivimos esta música con gran intensidad y entusiasmo. Para nosotros es una celebración en honor a este género musical y esperamos compartir esa alegría con el público.  

 

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Entrevista a Jorge Bonaldi y Adriana Ducret https://granizo.uy/2021/08/05/entrevista-a-jorge-bonaldi-y-adriana-ducret/ https://granizo.uy/2021/08/05/entrevista-a-jorge-bonaldi-y-adriana-ducret/#respond Thu, 05 Aug 2021 11:12:34 +0000 https://granizo.uy/?p=801

Por Mauricio Rodríguez

Jorge Bonaldi y Adriana Ducret acaban de editar un nuevo disco para niños. Se llama “Sentirnos cerquita” y fue grabado entre mayo de 2020 y mayo de 2021. Cuenta además con la participación de niños y niñas cantando y tocando y la grabación y la mezcla de Riki Musso.

Solo siete días bastaron para que el nuevo material de Jorge Bonaldi y Adriana Ducret trepara en redes hasta las setenta mil visualizaciones. El clip de “El baile de Mariana” alcanzó la cifra y es el track que abre el nuevo álbum que se llama “Sentirnos cerquita”, que fue grabado entre mayo de 2020 y mayo de 2021. Una serie de canciones nuevas e innovadoras en el campo de la música uruguaya para la infancia, que el dúo trabaja desde 1990. En este caso las composiciones cuentan con un nuevo añadido: niños y niñas cantando y tocando. Por primera vez en los 31 años de existencia del dúo, un equipo de niños y niñas de distintas edades agregan una tímbrica renovadora.

Este disco es una producción independiente y su formato en CD es una edición limitada. Se está distribuyendo tanto en Montevideo como en el interior y exterior del país. Se consigue coordinando por el teléfono (099) 990 158.

¿Cómo fue el proceso de trabajo, en tiempos de pandemia, de este nuevo disco?

Bonaldi – Fue un trabajo muy profesional. Se trabajó con calma, con mucho detalle y logrando exactamente lo que se deseaba. Hubo hallazgos: en buena medida el álbum resultó «copado» por los niños, que respondieron con gran eficiencia y rapidez en el canto, los diálogos e incluso en la creación musical. Ellos, todos debutantes en el trabajo de estudio, aportaron el refresco renovador y las tímbricas que aún no habíamos experimentado. 

Ducret – Nos llevó un año de trabajo en el que hicimos hincapié no solo en los detalles de composición, sino también en los arreglos y la inclusión de niños y niñas que marcan una diferencia con respecto a nuestras producciones anteriores.

¿A qué remite el nombre del disco?

Ducret – A dos motivos. Por un lado, al tipo de trabajo que realizamos siempre en nuestros espectáculos donde el público y nosotros estamos en continua interacción. Por otro, al “Sentirnos cerquita” en estos tiempos donde no hemos podido casi cantar en vivo. Consideramos que llegar a nuestro público de esta otra manera, es también muy importante y necesario. Actualmente lanzamos nuestro disco en formato CD, en edición limitada hasta agotar stock. Es una producción independiente. Estamos enviando los discos o los entregamos personalmente, previa coordinación a través del teléfono (099) 990 158.

Bonaldi  – Los que iban cantando y Canciones para no dormir la siesta aportaron en su momento el concepto de «espectáculo total». O sea, la utilización de todo el perímetro de actuación fusionando escenario y platea por parte de los músicos; el contacto físico con cualquier espectador, mas distintas técnicas de acompañamiento audiovisual, mas la posibilidad de generar libretos de espectáculos temáticos. En 31 años nosotros fuimos puliendo y afinando todo eso. Y se transformó en nuestro sello. La tragedia sanitaria vino a interrumpir esto, por la necesidad de evitar los contagios. Ahí es donde se asoma el título del álbum. 

¿Qué lugar creen que ocupa hoy la llamada canción infantil?

Bonaldi – El tema abarca varios costados. Los medios de comunicación no se ocupan mucho de averiguar la realidad. Apenas el éxito, las recaudaciones, las ventas de entradas… Pero se profundiza muy poco en el análisis de los materiales. No parece haber calificación. Como bien dijo Coriún Aharonián, todo termina dependiendo de la influencia y el olfato de padres y maestros. Vemos que un día un cantante llena un par de veces la sala Zitarrosa y eso merece un gran centimetraje de prensa. Nosotros lo hemos hecho durante más de treinta años, alcanzando grandes cantidades de público y casi nadie parece querer indagar de qué se trata. ¿Falta de calificación por parte del periodista? Quizá. ¿Desprecio encubierto hacia la persona del niño? Tal vez. ¿Sobreentendidos? Bueno. El caso es que crítica no hay.

Ducret – La mayoría de los medios de comunicación y los organizadores de eventos y festivales suelen olvidar el rubro “canciones para las infancias”. Niños y niñas están siendo bombardeados por canciones para adultos, que muchas veces no tienen un contenido temático adecuado para ellos. Nuestros 31 años de trayectoria artística han sido siempre apoyados y difundidos más que nada por docentes y familias; ellos son los que nos han perpetuado de generación en generación.

¿Qué tiene de diferente – si es que tiene- componer para los más chicos?

Bonaldi – Es necesario producir una descarga de los estereotipos adultos. Eliminar cuidadosamente de las canciones las vivencias por las que los niños aún no han pasado y que vendrán con el desarrollo natural. Esto va en los textos pero también en las músicas y en la morfología de las canciones. También la estimulación sonora juega un papel muy importante en esto, ya que se refiere a formas de percepción que varían según las franjas etarias.

Los niños de hoy no son los mismos de antes en cuanto a los estímulos que reciben, ¿eso ha hecho que ustedes cambiaran la óptica respecto a sus propias canciones?

Bonaldi – Esto lo he oído casi de continuo en los últimos 45 años. ¿Los niños cambiaron porque se han apoderado de chiches tecnológicos (y viceversa)? Fijémonos en las permanencias. Los niños siempre agradecen cuando comprenden que algo está hecho a la medida de ellos. También agradecen cuando intuyen la atención, el afecto, la inteligencia, la seriedad y el amor que se les dirige. No son tontos. Son personas serias. A los adultos compete entender esto y no dejarlos abandonados a chirimbolos superfluos.

¿Cómo es el público infantil en las presentaciones en vivo?

Ducret – Es sincero y afectuoso. Tenemos espectáculos distintos, para las diferentes franjas etarias. Lo que más me reconforta es ver la respuesta del público durante y después de cada espectáculo.

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Dúo Tantomán: mantener la línea de siempre https://granizo.uy/2021/07/22/duo-tantoman-mantener-la-linea-de-siempre/ https://granizo.uy/2021/07/22/duo-tantoman-mantener-la-linea-de-siempre/#respond Thu, 22 Jul 2021 11:20:58 +0000 https://granizo.uy/?p=765

El dúo Tantomán, integrado por Claudio Rinaldi y Enrique Castiglioni,  va camino a los 30 años de carrera y acaba de presentar nuevo disco.

Este nuevo trabajo lleva como nombre “Canciones que cuentan” y se propusieron cantarle “a nuestros paisajes, a nuestros hombres y mujeres, sus esperanzas y sus problemas”.

Van camino a los 30 años de carrera, ¿qué balance hacen?

Lo primero es que, inicialmente, nunca hubiéramos pensado que “duraríamos” tantos años. No porque no confiáramos en nuestra propuesta o en la forma en como estábamos encarando el camino, si no por el hecho de haber apostado desde el comienzo a tocar canciones propias. Así, la primera respuesta que teníamos que encontrar era si le gustábamos a la gente. Y la segunda, que pudiéramos mantener en el tiempo un cierto número y nivel de las composiciones. Por suerte logramos una buena respuesta de una porción de público, que aunque no sea masivo nos gusta decir que son como “rehenes”, pues sentimos que nos siguen muy fielmente. Esa es la forma que nos gusta y sentimos y no nos hubiéramos sentido cómodos de haber elegido otro camino. La segunda cosa que podemos destacar como positiva es haber apostado, de un modo bastante testarudo, a grabar siempre que tuviéramos nuevo material (y la plata para hacerlo…). A lo largo de este tiempo, por varios y diferentes motivos, no hemos tocado en vivo todo lo que hubiéramos querido, así que estos años de permanencia en mucho se deben a la difusión de los medios y al hecho de haber ido logrando los discos para darles el material a los comunicadores. No nos cansamos de agradecer públicamente a todos ellos -casi hasta con insistencia- porque entendemos que son co-protagonistas de que sigamos sonando, por decirlo de alguna manera.

¿Cómo fue el proceso de grabación del disco?

En nuestro caso no ha variado mucho de los procesos de los discos anteriores. Además, sentimos que hay una cierta continuidad con los trabajos anteriores. Tanto en sonido como en propuestas, textos y, porqué no, compromiso. Si comparamos con las primeras grabaciones, la gran ventaja actual es que las técnicas de grabación y las posibilidades digitales facilitan mucho la participación de músicos de diferentes lugares, hasta de fuera del país. En comparación con los discos más recientes, en los que la tecnología ya estaba disponible, la dificultad mayor estuvo en cumplir ciertos protocolos sanitarios en los momentos de ir al estudio. Pero la dinámica ha sido muy parecida, con uno de nosotros (Claudio) buscando encontrar y destinar tiempos para ir haciendo las bases de la instrumentación, para luego incorporar las voces. Para las voces siempre nos juntamos porque queremos que las intenciones que se le dan a las canciones sean lo más parecidas a lo que después podemos hacer los dos en las presentaciones en vivo. Después, la incorporación de los instrumentos que de común acuerdo creemos que cada canción precisa o merece y finalmente el trabajo de correcciones y mezcla final. Estamos muy contentos con el resultado obtenido en este disco; tanto en la variedad de estilos y temáticas, como en el aporte muy trabajado de arreglos instrumentales que quedaron espectaculares y un trabajo de masterización de suprema calidad a cargo de Javier Longhi, del estudio INZEN.

¿Qué cosas quisieron plasmar en este trabajo?

Ni más ni menos que mantener la línea de lo que siempre hicimos: tratar de hacer un aporte al cancionero, con composiciones que hablan de lugares, de personajes, de historias, con los que la gente se pueda identificar de alguna manera y hacerlas suyas. Apropiarse de ellas. Teníamos algunas historias que reflejan mucho de lo que vivimos desde nuestra juventud hasta otras que adquirieron importancia en estos últimos dos años. Por estar viviendo en diferentes lugares, hemos tenido que ser creativos en buscar lugares apropiados para ensayar y trabajar los temas, haciendo que esas ocasiones se pudieran disfrutar, más que representar un compromiso o esfuerzo adicional. Por eso es que optamos por el título de “Canciones que cuentan”. Puede que no sea muy original desde que, de hecho, todas las canciones cuentan algo, pero estas particularmente son cuenteras de cosas muy sentidas por nosotros. Y, además, cuentan por el doble sentido de sumar, en momentos en que entendemos que la gente necesita algo de alivio a sus males y apoyo para el alma.

¿Cómo ven la música popular actualmente?

Francamente, no nos gusta el momento actual de la música popular. A la falta crónica de un apoyo más tangible, se ha unido la fuerte preferencia por la música “festivalera”, por llamarla de alguna manera. Las grandes y poderosas bandas han florecido fuertemente en los festivales, acoplándose a una especie de moda que se fue imponiendo por presentaciones de estas características. Más de una vez nos hemos sorprendido escuchando un mismo tema versionado por dos o tres bandas o artistas diferentes en la misma noche. Nos parece que falta mayor espacio para aquellos artistas que, como nosotros, sienten la necesidad de que también se escuche e incorpore lo que se está diciendo o “contando” con una canción, más allá del merecido espacio para aquellos que apuestan más a la fuerza arrolladora de la interpretación. Hemos conversado con muchos de los amigos que hemos cosechado en este recorrido y comprobado gratamente que con muchos de ellos coincidimos en esta visión. Como dijimos, por el hecho de no deber nada a los dueños o gestores de la música y tampoco depender exclusivamente de la misma para vivir, no tenemos por qué hacer gárgaras para marcar esta nuestra opinión de la realidad.

 (*) Publicado en el semanario Voces

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HMPU: entrevista a Ina Godoy y Juan Pellicer https://granizo.uy/2021/06/05/h/ https://granizo.uy/2021/06/05/h/#respond Sat, 05 Jun 2021 12:57:33 +0000 https://granizo.uy/?p=621 La web www.historiadelamusicapopularuruguaya.com se actualizó. Y amplió su archivo online.

Se trata de más de 1.000 documentos digitalizados que cubren el período 1960-1990 en un archivo público sin precedentes que recorre los diferentes géneros, estilos y autores relevantes de la música uruguaya.

Esta iniciativa incluye desde Alfredo Zitarrosa a Karibe con K, de Diane Denoir a Los Estómagos, de Los Iracundos a Laura Canoura. Hay fotografías, notas de prensa, afiches, reseñas y entrevistas en un repositorio abierto para su consulta y descarga.

A los 31 músicos reseñados en nuestro archivo desde 2015, sumaron en esta nueva etapa fichas individuales y documentos de otros 28, entre los que se incluyen, entre otros, Eduardo Mateo, Eduardo Darnauchans, Jorge Lazaroff, Gastón Ciarlo «Dino», El Kinto, Diane Denoir, Laura Canoura, Mariana Ingold, Vera Sienra, Rubén Lena, Santiago Chalar, Jorge Galemire, Los Mockers, Alberto Mastra, Anselmo Grau, Carlos Gardel, Julio Sosa, Casino y Sonora Palacio.  

Este archivo online fue creado con el objetivo de compartir los insumos generados durante la investigación de la Serie de TV Historia de la Música Popular Uruguaya, emitida por TNU y TV CIUDAD en varias oportunidades entre 2009 y 2018. Se trata de un archivo valioso para investigadores e interesados en el tema, ya que son en su mayoría artículos de prensa publicados en la segunda mitad del Siglo XX, que aún no estaban digitalizados. 

La web es posible gracias a que el proyecto fue seleccionado en los Fondos Concursables para la cultura del MEC.

Los materiales compartidos no pretenden ser representativos de la totalidad de músicos o movimientos, se trata de una selección de documentos surgidos de la investigación. El archivo no es exhaustivo y está en constante crecimiento, apostamos a generar un intercambio de materiales y opiniones que favorezca el enriquecimiento mutuo de la web y sus usuarios. La serie hace foco en los hechos musicales, contemplando los diferentes contextos políticos, económicos y sociales de cada época y complementándose con la reflexión actual de sus protagonistas.

EL EQUIPO

Dirección: Juan Pellicer
Investigación: Ina Godoy / Juan Pellicer
Producción: Cecilia Easton
Procesamiento de archivos: Ina Godoy, Cecilia Easton, Juan Pellicer, Ernesto Díaz
Diseño: Gabriela Costoya, Martín Batallés.

 ¿Cómo surgió la idea de hacer este registro de la música popular uruguaya?

INA GODOY: La idea surgió cuando dimensionamos el increíble archivo que había generado la primera temporada de la serie Historia de la Música Popular Uruguaya. Entré al equipo alrededor del año 2012 para empezar la preproducción de la segunda temporada, que actualmente está a la espera de obtener fondos para la financiación de los últimos detalles de postproducción y poder salir al aire el año próximo. En ese momento Juan Pellicer, director de la serie, me pasó un disco duro con decenas de carpetas con cientos de documentos escaneados entre los que había notas de prensa, afiches, fotos, cartas y diversos documentos cuyo mayor valor radicaba en que se trataba de un material que no estaba digitalizado, por pertenecer a archivos personales – en su mayoría privados – de músicos, periodistas, medios de comunicación, sellos discográficos, etc. 

JUAN PELLICER: En el momento que concebimos la idea, había poca información, pocas investigaciones (algunas biografías) y poca sistematización de información sobre música popular uruguaya y las historias de la música a las que accedíamos siempre eran de otros lugares. Eso hizo surgir la pregunta ¿pero nosotros a pesar de ser un país chico, tenemos una historia para contar? El trabajo de Barrán como historiador no enseñaba que la historia también se puede contar desde otros lugares que no son los grandes hechos históricos, como puede ser la vida privada, la sensibilidad, la cultura. Se va generando otra línea narrativa sobre nuestra historia que contribuye a conocer más los procesos que inciden en la construcción de identidad de nuestra sociedad. Además, nos parecía muy interesante despojarnos de nuestros gustos musicales para poder incorporar los distintos géneros musicales, identificar momentos históricos significativos de cada uno y observar que cosas conviven en cada período histórico y enmarcarlas en los contextos sociales y políticos. Consideramos que los fenómenos culturales tienen vínculos con los contextos en los que suceden. Esto posibilita que más allá de que me pueda gustar o no determinada canción o proceso musical, pueda acceder a más información para poder dimensionarlo desde otro lugar, aunque siga sin gustarme. Es fundamental poder trascender el me gusta, no me gusta y reconocer procesos. 

¿Cómo se fueron nutriendo del material que incorporan?

GODOY: gran parte del material fue proporcionado por los músicos que fueron entrevistados para la serie. También, como comentaba en la respuesta anterior, surgió de archivos de periodistas y prensa especializada, musicólogos, archivos medios de comunicación, sellos discográficos, etc. También hay un aspecto que esta web propone y es su espíritu colaborativo, teniendo en cuenta un intercambio espontáneo que se dio desde la emisión de la primera temporada de la serie y también fue uno de los impulsos para desarrollar la web. Mucha gente nos escribía ofreciéndonos o solicitándonos material y a veces era difícil responder a todos, en ese sentido, la web materializa un canal de intercambio que consideramos muy valioso.  

PELLICER: Al no encontrar material disponible, fuimos a hablar con referentes de la cultura, de la historia y de nuestra música. Así fuimos llegando a archivos personales que fueron nutriendo la base de nuestra investigación. Por lo general recortes de prensa, fotos, entrevistas, etc, que se atesoraban en casas. De esa manera fuimos juntando el material.

¿Cómo fue el proceso de armar los contenidos de la web?

GODOY: La web organiza el material de archivo a través de dos grandes criterios, también presentes en la serie. Uno es el cronológico, que plantea un recorrido por los diferentes mojones o épocas de la música popular uruguaya desde mediados del siglo XX. El otro es a través de sus artistas. Ambos criterios no plantean una selección exhaustiva, cosa que consideramos que sería imposible, la intención es incluir la mayor cantidad de géneros y estilos posibles, y sus músicos más representativos. El proceso consta de diferentes etapas como relevar el material digitalizado, clasificar, seleccionar, procesar y finalmente subirlo al servidor. 

PELLICER: La primera temporada de la serie se estrenó en 2009. Luego del estreno, recibimos montones de pedidos de estudiantes, docentes e investigadores (tanto de formación primaria, secundaria y terciaria) para acceder a material sobre temas específicos de nuestra música popular. Ahí nos dimos cuenta de la importancia del material que teníamos, que trascendía nuestra investigación. Llegó un momento que los pedidos eran tantos, que nos empezó a complicar tener el tiempo para atenderlos. Entonces surgió la idea de disponibilizar el material en una web básicamente para investigadores y todos aquellos que busquen información sobre música popular uruguaya. Sentimos la obligación de continuar la actitud receptiva de todos aquellos que nos abrieron las puertas de sus casas y compartieron materiales que atesoraban desde hacía mucho tiempo, compartiendo con nosotros una parte importante de su vida. Era un deber continuar esa actitud y que la información circule en aquellas personas que estaban en ese momento en el mismo lugar que nosotros cuando empezamos. Cabe aclarar, que la web no pretende ser representativa de toda la música popular uruguaya, sino que compartimos parte de los documentos a los que logramos acceder. Además es un proyecto vivo, en construcción, que recibe aportes de las personas quieran compartir con nosotros. Si está dentro del perfil de materiales de la serie los procesamos e incluiremos.

¿Hay algún género que tenga más registros o material que otros?

PELLICER: No me puse a verlo desde ese lugar, pero creo que lo que es canto popular y proyección folclórica es lo que tiene más publicaciones. Y creo que la música tropical era el género que menos tiene.

¿Cuál ha sido la respuesta de los propios músicos?

GODOY: La respuesta de los músicos siempre es la mejor, es emocionante recibir carpetas, sobres, cajas con los archivos que han ido atesorando a lo largo de muchos años. Lo mismo a la hora de proporcionarnos información o acceder a las entrevistas para la serie, la respuesta siempre ha sido la mejor.

PELLICER: Por lo general ha sido muy buena. Estamos tratando de trabajar seriamente, juntando mucha información y poniéndola a disposición. Menciono un aspecto, tanto en la web como en la serie, cada foto que aparece tiene información que tenemos disponible respecto a quienes son, año, lugar, etc. Y este tipo de cosas ha sido bien recibida. Creo que la serie abarca desde un punto de vista general, movimientos, procesos culturales desde un punto de vista general. Cada uno de esos movimientos o segmentos identificados, podría incluir una serie en sí mismo, incluyendo muchos más músicos, canciones y profundizando más. Creo que hay un reconocimiento a un material que era necesario. Necesitamos contar nuestra historia, porque sino la contamos nosotros corre el riesgo de pasar desapercibida y con el paso del tiempo caer en el olvido. Es lo que pasa con la historia que se transmite a través de la oralidad, hay que sistematizar e ir generando aportes que permitan construirla. Creo que es en ese sentido que ha sido bien recibida, como un aporte o insumo para que cada uno vaya construyendo el relato.

¿Qué es lo más curioso que han encontrado en este camino?

GODOY: Personalmente me han resultado muy curiosas una serie de notas de encare astrológico del profesor Nathan Yun para la revista Cine Radio Actualidad TV que incluye entrevistas a Amalia de la Vega, Osiris Rodríguez Castillos, El Sabalero, y una especialmente curiosa con Los Olimareños donde puede verse a unos jovencísimos Braulio López y Pepe Guerra disfrazados de buzo y hombre rana. En términos generales el archivo permite apreciar diversos aspectos de la identidad de cada época como las costumbres, modas, formas de expresarse, diferentes propuestas gráficas y estéticas, etc.  

PELLICER: No sé si hay una cosa más curiosa. Hemos encontrado muchísimas cosas que nos sorprendieron. Desde la llegada del rock a Uruguay en 1956 con los jóvenes del momento bailando en el cine y el mundo adulto reaccionando desde publicaciones periodísticas, o que Los Olimareños se conocieron en un festival en Treinta y Tres, que como había mucha gente los hicieron cantar de a dos y que en esos inicios, Braulio tocaba el bombo. O que la música tropical desarrolló un toque propio, al que le pusieron el «malvinazo», porque les decían que estaba mal tocado, cuando en realidad se estaban adaptando a una identidad propia, con un público que recibía mejor los ritmos que caen a tierra para poder bailar y saber dónde apoyar el pie.

¿Cómo es esta nueva etapa que están presentando ahora?

GODOY: La web se hizo en dos etapas, ambas financiadas por el Fondo Concursable para la Cultura del Ministerio de Educación y Cultura en 2015 y 2019 respectivamente. En la primera etapa subimos unos 500 documentos aproximadamente y reseñamos unos 30 músicos, mientras que en esta actualización superamos un total de 1000 documentos y casi 60 artistas. De esta forma, la web ofrece un relevamiento que va desde 1940 hasta 1990 (período que abarca la primera temporada de la serie), y queda preparada y a la espera del material generado por la investigación de la segunda temporada.   

(*) (Publicado en el semanario Voces)

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Jorge Costigliolo y su libro sobre los Redondos https://granizo.uy/2021/05/31/jorge-costigliolo-y-su-libro-sobre-los-redondos/ https://granizo.uy/2021/05/31/jorge-costigliolo-y-su-libro-sobre-los-redondos/#respond Mon, 31 May 2021 19:37:38 +0000 https://granizo.uy/?p=321 Un buen ejercicio de nostalgia

El periodista y escritor Jorge Costigliolo acaba de presentar el libro “Lunáticos viajantes. Las andanzas de los Redondos en Uruguay”. Se trata de un trabajo que, basado en testimonios, material de prensa y documentos de la época, reconstruye el estrecho vínculo de la legendaria banda con nuestro país

El periodista y escritor Jorge Costigliolo acaba de presentar el libro “Lunáticos viajantes. Las andanzas de los Redondos en Uruguay”. Se trata de un trabajo que, basado en testimonios, material de prensa y documentos de la época, reconstruye el estrecho vínculo de la legendaria banda con nuestro país

¿Cómo surgió la idea de hacer este libro?

La idea fue de Joaquín Otero, mi editor en Ediciones B, que en la primavera de 2020 me llamó y me dijo “che, el próximo abril se cumplen 20 años de los shows de los Redondos en el Estadio. ¿Cómo estás para escribir algo?”. Y le dije que sí enseguida. Lo bueno —o lo malo— de la propuesta fue que me dio casi una carta blanca para que hiciera lo que me pareciera. Lo malo, digo, porque qué decir de los Redondos que no se haya dicho.

¿Qué objetivos te planteaste?

Esto tiene mucha relación con la pregunta anterior. Creo que el primer objetivo que me planteé fue por la negación: no iba a hacer la Historia Oficial de los Redondos en Uruguay, pero tampoco quería que fuera un artículo ampliado de Wikipedia. Sabía, sí, por un lado, que tenía que tener un componente cronológico, y yo quería, además, contar historias. Entonces, además de plantearme hablar con los protagonistas, busqué también que aparecieran personas que, en algún momento de su quehacer, se hubieran relacionado con la banda. Así El Bigote López, Raquel Diana y Jorge Bonelli, Pulga Pavlovich, Juan D’Oliveira.

¿Estabas pensando en el público «ricotero» o apuntaste «más allá», hacia un lector que quizá no supiera tanto de los Redondos?

No. Eso es interesante. Traté de escribir algo que me hubiera gustado leer a mí. Supongo que no soy el mejor juez de mi obra, así que me guardo la opinión sobre el resultado, pero el libro no está enfocado en un público “ricotero”. Sí, tal vez, puede ser más disfrutable para quien sienta alguna complicidad con lo escrito, pero ahí también hay otros detalles, además de los Redondos. Está el Uruguay de la post dictadura, el periodismo de rock, personajes que hoy son famosos y que tal vez nadie les imaginaría un pasado rockero. Y hay también una reconstrucción del pasado que, para quien lo vivió, puede servir como un ejercicio de nostalgia, y para quien no, como una aproximación a los hechos. No olvidemos que hay mucho fan de los Redondos, el Indio y, en menor medida, Skay, que hoy no llega a los 40: haber vivido alguna de las situaciones que se cuentan en el libro es poco menos que improbable.

¿Cómo fue el proceso de reconstruir las andanzas de la banda en Uruguay?

Tenía algunas pistas. Había ido a verlos en sus tres primeras visitas al país, sabía que el Ajo Núñez había sido, en parte, el mentor de esos desembarcos, que Aldo Silva estuvo involucrado, que Gustavo Rey había tenido un mano a mano memorable con el Indio. A partir de esos indicios fui llamando, preguntando. Uno te decía que no podías dejar de hablar con el otro, y así. Por otro lado, Tabaré Couto me dio algunos datos importantísimos. Y después, por supuesto, horas con el culo en la silla, leyendo revistas, entrando a todos los foros ricoteros habidos y por haber, gugleando barbaridades, molestando a los amigos con preguntas tontas. Luego, el libro casi se fue armando solo.

¿Cómo entendés que es la relación de la banda con el público uruguayo?

En el caso de los Redondos, con las salvedades del caso, la relación con el público uruguayo es casi un espejo del otro lado del Plata. Por supuesto que el Uruguay, el hermano menor tímido y comedido de la Argentina, es tal vez un poco menos extremo en sus demostraciones de afecto. Y, desde el lado de la banda para sus seguidores locales, no sé si no es la mejor, en términos de cariño y respeto. El público uruguayo tiene fama de exigente —imaginate cómo serán los otros—, por lo que, además de un negocio, creo que tocar en Montevideo, para los Redondos, era como un test, un banco de pruebas. No está mal ser el metro patrón de una de las propuestas musicales de habla hispana más importantes e interesantes del último medio siglo.

¿Cuál ha sido tu propia experiencia artística con los Redondos?

Yo cuento en el libro que me topé con los Redondos siendo muy chico, a los 13 años, y desde ese momento, y de eso hace mucho, se me cruzan o nos tropezamos cada tanto. Siempre —pero siempre— me cautivó ese rocanrol de guitarras filosas y lírica pendenciera. De ellos aprendí a entender que se puede pop (pocas bandas argentinas son tan pop como los Redondos), sin dejar de ser rockeros, y a exigirle a los artistas que, para pararse en un escenario, grabar un disco, sonar en la radio, tuvieran algo que decir. Y lo dijeran bien. Creo que no hay un artista rioplatense “inspirado” en los Redondos que no dé lástima en sus letras. Eso habla muy bien del Indio, por supuesto, pero también muy mal de quienes lo emularon.

En el proceso de hacer el libro, ¿hubo detalles que te resultaron curiosos o novedosos?

Lo más curioso fue que, gente que fue parte de los mismos sucesos, confundiera las fechas, los acontecimientos. Incluso yo había olvidado por completo el segundo concierto del Palacio Peñarol, y traté, durante semanas, de refutar su existencia. Por suerte, una tarde, mientras lavaba los platos, me cayó la ficha y recordé todo. Ya lo dicen los Redondos: “el mejor testigo se puede contradecir”. Y hubo otros hallazgos, sí. Encuentros o reencuentros con gente querida y admirada, historias que preferí no contar porque eran muy íntimas, y otras que sí.

¿Qué le aportaron a tu trabajo los recuerdos y testimonios de los entrevistados?

Todo. Casi todo el libro está sustentado en recuerdos (que mienten un poco) y testimonios. Es más: (fui a la cocina a comer una mandarina y pensar esta respuesta) tu pregunta me da, por fin, una definición del libro. No es de historia, es testimonial.
Para mí, a quien, en todo sentido, la conversación alimenta y da de comer, esos aportes fueron enormes. Para este libro, para el que haré mañana, para todo lo que sea fruto de mi modesta inteligencia y talento. El público lector, que es quien verdaderamente importa (y digo esto sin demagogia) será quien evalúe la importancia de ese aporte. Algunos lectores ya me han dicho que tal o cual protagonista se les mostró en una nueva dimensión, o que lo dijo Fulano los movió a prestar atención a Mengano. Si este libro sirve para generar diálogos nuevos, no me queda más que agradecer a quienes los permitieron.

¿Cómo surgió la idea de hacer este libro?

La idea fue de Joaquín Otero, mi editor en Ediciones B, que en la primavera de 2020 me llamó y me dijo “che, el próximo abril se cumplen 20 años de los shows de los Redondos en el Estadio. ¿Cómo estás para escribir algo?”. Y le dije que sí enseguida. Lo bueno —o lo malo— de la propuesta fue que me dio casi una carta blanca para que hiciera lo que me pareciera. Lo malo, digo, porque qué decir de los Redondos que no se haya dicho.

¿Qué objetivos te planteaste?

Esto tiene mucha relación con la pregunta anterior. Creo que el primer objetivo que me planteé fue por la negación: no iba a hacer la Historia Oficial de los Redondos en Uruguay, pero tampoco quería que fuera un artículo ampliado de Wikipedia. Sabía, sí, por un lado, que tenía que tener un componente cronológico, y yo quería, además, contar historias. Entonces, además de plantearme hablar con los protagonistas, busqué también que aparecieran personas que, en algún momento de su quehacer, se hubieran relacionado con la banda. Así El Bigote López, Raquel Diana y Jorge Bonelli, Pulga Pavlovich, Juan D’Oliveira.

¿Estabas pensando en el público «ricotero» o apuntaste «más allá», hacia un lector que quizá no supiera tanto de los Redondos?

No. Eso es interesante. Traté de escribir algo que me hubiera gustado leer a mí. Supongo que no soy el mejor juez de mi obra, así que me guardo la opinión sobre el resultado, pero el libro no está enfocado en un público “ricotero”. Sí, tal vez, puede ser más disfrutable para quien sienta alguna complicidad con lo escrito, pero ahí también hay otros detalles, además de los Redondos. Está el Uruguay de la post dictadura, el periodismo de rock, personajes que hoy son famosos y que tal vez nadie les imaginaría un pasado rockero. Y hay también una reconstrucción del pasado que, para quien lo vivió, puede servir como un ejercicio de nostalgia, y para quien no, como una aproximación a los hechos. No olvidemos que hay mucho fan de los Redondos, el Indio y, en menor medida, Skay, que hoy no llega a los 40: haber vivido alguna de las situaciones que se cuentan en el libro es poco menos que improbable.

¿Cómo fue el proceso de reconstruir las andanzas de la banda en Uruguay?

Tenía algunas pistas. Había ido a verlos en sus tres primeras visitas al país, sabía que el Ajo Núñez había sido, en parte, el mentor de esos desembarcos, que Aldo Silva estuvo involucrado, que Gustavo Rey había tenido un mano a mano memorable con el Indio. A partir de esos indicios fui llamando, preguntando. Uno te decía que no podías dejar de hablar con el otro, y así. Por otro lado, Tabaré Couto me dio algunos datos importantísimos. Y después, por supuesto, horas con el culo en la silla, leyendo revistas, entrando a todos los foros ricoteros habidos y por haber, gugleando barbaridades, molestando a los amigos con preguntas tontas. Luego, el libro casi se fue armando solo.

¿Cómo entendés que es la relación de la banda con el público uruguayo?

En el caso de los Redondos, con las salvedades del caso, la relación con el público uruguayo es casi un espejo del otro lado del Plata. Por supuesto que el Uruguay, el hermano menor tímido y comedido de la Argentina, es tal vez un poco menos extremo en sus demostraciones de afecto. Y, desde el lado de la banda para sus seguidores locales, no sé si no es la mejor, en términos de cariño y respeto. El público uruguayo tiene fama de exigente —imaginate cómo serán los otros—, por lo que, además de un negocio, creo que tocar en Montevideo, para los Redondos, era como un test, un banco de pruebas. No está mal ser el metro patrón de una de las propuestas musicales de habla hispana más importantes e interesantes del último medio siglo.

¿Cuál ha sido tu propia experiencia artística con los Redondos?

Yo cuento en el libro que me topé con los Redondos siendo muy chico, a los 13 años, y desde ese momento, y de eso hace mucho, se me cruzan o nos tropezamos cada tanto. Siempre —pero siempre— me cautivó ese rocanrol de guitarras filosas y lírica pendenciera. De ellos aprendí a entender que se puede pop (pocas bandas argentinas son tan pop como los Redondos), sin dejar de ser rockeros, y a exigirle a los artistas que, para pararse en un escenario, grabar un disco, sonar en la radio, tuvieran algo que decir. Y lo dijeran bien. Creo que no hay un artista rioplatense “inspirado” en los Redondos que no dé lástima en sus letras. Eso habla muy bien del Indio, por supuesto, pero también muy mal de quienes lo emularon.

En el proceso de hacer el libro, ¿hubo detalles que te resultaron curiosos o novedosos?

Lo más curioso fue que, gente que fue parte de los mismos sucesos, confundiera las fechas, los acontecimientos. Incluso yo había olvidado por completo el segundo concierto del Palacio Peñarol, y traté, durante semanas, de refutar su existencia. Por suerte, una tarde, mientras lavaba los platos, me cayó la ficha y recordé todo. Ya lo dicen los Redondos: “el mejor testigo se puede contradecir”. Y hubo otros hallazgos, sí. Encuentros o reencuentros con gente querida y admirada, historias que preferí no contar porque eran muy íntimas, y otras que sí.

¿Qué le aportaron a tu trabajo los recuerdos y testimonios de los entrevistados?

Todo. Casi todo el libro está sustentado en recuerdos (que mienten un poco) y testimonios. Es más: (fui a la cocina a comer una mandarina y pensar esta respuesta) tu pregunta me da, por fin, una definición del libro. No es de historia, es testimonial.
Para mí, a quien, en todo sentido, la conversación alimenta y da de comer, esos aportes fueron enormes. Para este libro, para el que haré mañana, para todo lo que sea fruto de mi modesta inteligencia y talento. El público lector, que es quien verdaderamente importa (y digo esto sin demagogia) será quien evalúe la importancia de ese aporte. Algunos lectores ya me han dicho que tal o cual protagonista se les mostró en una nueva dimensión, o que lo dijo Fulano los movió a prestar atención a Mengano. Si este libro sirve para generar diálogos nuevos, no me queda más que agradecer a quienes los permitieron.

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Entrevista a Cristina Fernández https://granizo.uy/2021/05/30/entrevista-a-cristina-fernandez/ https://granizo.uy/2021/05/30/entrevista-a-cristina-fernandez/#respond Sun, 30 May 2021 19:12:28 +0000 https://granizo.uy/?p=490

“Los festivales siempre fueron muy machistas”

Cristina Fernández acaba de lanzar “Palabras de amor”, su nuevo disco solista. Lo presenta el viernes 13 de noviembre, el día de su cumpleaños, en el Teatro Solís, donde además celebrará 44 años de carrera. Dos buenas excusas para conversar con una de las mayores voces femeninas del Uruguay, en una charla donde no faltaron, como era de esperar, Alfredo Zitarrosa, Idea Vilariño y Mario Benedetti.

Por Mauricio Rodríguez / Fotos Rodrigo López

En el frente de la casa, el apartamento donde vive está marcado con una chapa que dice “Fernández – Carrasco”. Es casi un santo y seña de un dúo que hace más de 40 años que camina, uno al lado del otro, en la música popular uruguaya.

Nos recibe con una sonrisa amplia y su perro Inti corriendo entre sus piernas. Washington Carrasco saluda junto a una gran cantidad de ejemplares de “Palabras de amor”, el último disco de Cristina. Que tiene una característica especial y única. Washington Carrasco, en su faceta de artista plástico, ha asumido el desafío de pintar, en cada uno de los ejemplares una pequeña y exquisita imagen, transformando cada disco en un objeto artístico único e irrepetible. Casi que una pieza de colección.

Cristina además de presentarlo el 13 de noviembre en el Solís, Cristina revisitará las canciones antológicas que marcaron las distintas etapas de sus 44 años de trayectoria, entrelazando poesía y canciones en el que incluirá un homenaje a Idea Vilariño y Mario Benedetti al cumplirse el centenario de su nacimiento.

Será un recital refinado y entrañable, donde Cristina invita a viajar a través de la calidez emotiva de su interpretación por la belleza y seducción de distintos géneros que le cantan al amor como lo son el fado, la ranchera, la copla, las cantigas, el bolero, y la habanera.

¿Qué balance hacés de estos 44 años en el trillo, en el marco este festejo tan particular que va a haber ahora en el Teatro Solís?

Todo esto fue por la pandemia. No miré tanto para atrás, pero coincidentemente hay muchas fechas que “están ahí”. Como por ejemplo los veinte años de un espectáculo que hice con Antonio “Taco” Larreta, sobre el amor a través del tiempo y la música. Después son los cuarenta años de mi primer disco en idioma gallego, de los que tengo seis. Al principio era toda una incertidumbre, en la que no sabíamos para dónde agarrar. Washington tiene una tabla de salvación que es la pintura. Yo, por mi parte, empecé a buscar entre discos, fotografías, libros y una cantidad de cosas, y encontré canciones de ese espectáculo que hice con Taco. No sé por qué, pero todas eran de amor.  Y eso me parece algo muy lindo, sobre todo en este tiempo. Esas cuatro letras de la palabra amor, que creo son las que nos van a salvar. Empecé a juntar cosas de ese espectáculo y de otros, y le sumé canciones que en algunos discos no fueron tan populares. Empecé a recoger todo eso y conformé un disco de catorce canciones, que son todas de amor, y es el que acaba de salir. Me gustó hacerlo en este momento. Tenía una fecha que fue reprogramada – era originalmente para el 26 de mayo -, y pasó para el 13 de noviembre, justo el día de mi cumpleaños.

Viajemos un poco al pasado. ¿Tenés un momento preciso en el que hayas sentido que te ibas a dedicar a la música?

Creo que fue cuando conocí a Washington, en 1976, cuando hicimos el primer espectáculo. Yo ya había formado grupos antes, con mi hermana y otra amiga, y habíamos estado tocando en algunos lugares. Cuando conocí a Washington, que ya traía una trayectoria de doce años como solista y tenía ocho discos, fue un compromiso salir por primera vez al escenario. Él ya venía con una historia. Éramos cuatro y el espectáculo se llamaba “Inti Canto”. El grupo se fue disolviendo y yo, que era profesora de educación física, no tenía tanta la carga horaria. Tenía tiempo para los ensayos. Ahí empezamos.

Washington había iniciado su carrera como solista en 1964 y en los años siguientes participó en varios discos. Entre otros, “La Batalla de Las Piedras” (de 1968) para luego grabar su trabajo solista “Como el viento”, en 1969). Luego seguirían “Noche de cenizas” (1970), “A mitad de camino” (1971), “TutayTutay” (1972) y “Del Candil” (1973).

En 1974, poco antes de conocer a Cristina, se editó “Folklore oriental”, un disco compartido con Tabaré Etcheverry, Eustaquio Sosa y Víctor Pedemonte. Washington y Cristina conformaron su dúo en 1976, en plena dictadura, por lo que sus primeros pasos tuvieron el desafío adicional de intentar hacer música en un marco de represión y censura. Sucedía además que Washington era prohibido reiteradamente. Y sucedía que otros artistas, solidariamente, se aprendían e interpretaban sus canciones para ocupar su lugar vacío a la fuerza y poder así acompañar el canto de Cristina Fernández en los recitales en los que él no podía subir al escenario.

Desde sus inicios hubo una apuesta a rescatar y visibilizar a distintas poesías y poetas, además de los ritmos heterogéneos de las culturas latinoamericanas. A eso se agregó las músicas de la cultura gallega, de la cual Cristina es descendiente.

En 1977, un año después de dar vida al dúo, llevaron adelante el espectáculo musical «Y yo quiero cantártelo», junto a la actriz Leonor Álvarez, que se mantuvo durante siete meses en cartelera. Luego seguirían «Desde el origen» y «Ecos del camino» – en el Teatro del Centro – «Juegos florales» y (en gallego) «Orvallo na meia noite”.

En 1980 editaron juntos el disco “De puerta en puerta”, el primer trabajo del dúo, que salieron a presentar por todo el país. Luego seguirían “Canto popular uruguayo”, (1982), “Habrá un mañana” (1983), “Uniendo pedazos de palabras” (1984), “Reunión en libertad (1984, junto a varios artistas latinoamericanos) y “Vidamorymuerte”, ese mismo año. A lo largo de más de 40 años no pararían casi de editar discos.

¿En qué momento empezó a desaparecer la profesora de educación física y fue ganando espacio la artista?

Fue casi en simultáneo. Cuando te dedicás a esto, tenés que hacerlo enteramente. Sobre todo, al principio. Demoré un poco más en dejar de dar clases y durante un tiempo convivieron las dos cosas. Por el 81 dejé la educación física. Eran tiempos donde todo sumamente difícil, y cada vez lo era más. Estamos hablando del año 76. A Washington lo prohibieron muchas veces. Y pasaba que muchos compañeros aprendían las canciones nuestras para acompañarme a mí, para no dejar ese espacio vacío. Se ponía la guitarra como un símbolo. Me acompañaron Ruben Olivera, Abel García, “Toto” Méndez, Gustavo Fernández. Había una cantidad de compañeros que aprendían nuestras canciones para no dejar vacío el espacio.

A propósito de aquella solidaridad que había, ¿eso cambió en el ambiente musical, entre los años ochenta y los tiempos actuales? ¿Cambió el ambiente entre los músicos?

Cambiamos todos. La vida y el tiempo te hacen cambiar. Pero el vínculo, la amistad y la solidaridad siempre están. Siempre los músicos nos unimos. No te digo que nos veamos como nos veíamos en aquel tiempo, donde había una efervescencia muy grande y mucha militancia, pero sí, cuando nos llamamos, estamos todos.

¿Cómo se fue dando para vos la construcción del vínculo con el escenario? Siempre es un paso para el artista. Componer es una cosa, pero subirse al escenario y vincularse con la gente es otra.

Es el lugar donde me siento más cómoda. Todos me dicen que cambio. Yo por lo general soy bastante tímida y hablo bajo, pero cuando canto soy diferente. Una alumna me preguntaba que de dónde sacaba la voz arriba del escenario (Risas). Eso me gusta. Es un lugar donde me gusta estar siempre. Si muero en el escenario, también.

En 1980, luego de grabar su primer disco, salieron a recorrer todo el país con su música. Y al año siguiente viajaron a Brasil, donde tocaron en Porto Alegre, Bahia, San Pablo y Río de Janeiro. Al volver Cristina grabó el disco “Falade gallego”, y luego protagonizó un espectáculo musical junto al actor Roberto Fontana. Casi de inmediato junto a Washington editaron en Buenos Aires “Canto popular uruguayo”, un disco que compartieron junto al legendario grupo vocal “Universo”. Tocaron en la capital argentina y al año grabaron en Argentina, para la RCA, el disco “Habrá un mañana”, que presentaron en el mítico centro cultural La Trastienda”. Luego tocaron en Mar de Plata y Rosario.

No dejaron de subirse al escenario. Siguieron tocando en Montevideo y Buenos Aires. Editaron “Reunión en libertad” junto a varios artistas latinoamericanos y acompañaron a los Hermanos Parra en una inolvidable actuación en el Palacio Peñarol. Viajaron a Paraguay y en 1985 Cristina graba “Unha terra un pobo e unha fala”. Un año después ella fue distinguida con La vieira de Plata, un premio otorgado por el Patronato de la Cultura Gallega en el Uruguay en mérito por la difusión de la cultura gallega.

¿Cómo ha sido la experiencia de ir a otros países? ¿El público es el mismo a la hora de recibir el mensaje e interpretar la canción, o las experiencias son distintas? Estuvieron en Brasil, en Paraguay, en España, en Argentina.

¡Estuvimos hasta en Japón! Creo que todos son públicos distintos, pero por suerte siempre nos fue bárbaro. Si tengo que elegir un lugar, donde no me pude contener y hasta lloré en el escenario, fue en Galicia. Porque ahí estaba toda mi familia. Habíamos ido con Jorge Burgos, que ahora ya no está con nosotros. Y cuando estaba cantando los miré a ellos, y también estaban llorando. Fue en el 94, pero fuimos muchas veces. Esa fue la primera vez, que fue divina, porque abrimos el espectáculo en Bouzas, un lugar en Pontevedra. Pedimos que no entrara nadie en la prueba de sonido, pero al ratito de estar ahí llamaron a la puerta, ¡y eran todos uruguayos! Empezaron a entrar con banderas de Peñarol y Nacional, con el mate y el termo. Y se quedaron desde la prueba de sonido hasta el recital, entonces todas las primeras filas eran de uruguayos. Fue un bautismo divino, porque era la primera vez que cantábamos ahí, y yo tenía un poco de miedo, pero como eran tanto uruguayos, me sentí muy bien. A partir de esa actuación nos contrataron para el fin de ese mes. Pero teníamos que atender el estudio de grabación y tuvimos que volvernos.

Además de ese, ¿qué otros recitales recordás, a nivel emotivo? Por el momento, por la circunstancia, por la gente.

Cuando cumplimos los treinta y los cuarenta años. Nos gusta cuando hacemos ese tipo de celebraciones. El año que viene cumplimos 45 y también lo vamos a festejar. El último recital por los cuarenta años del dúo nos encantó porque pudimos juntar gente que nos había acompañado mucho. Algunos faltaron, pero estuvo mucha gente que nos acompañó en estos cuarenta años. Nos pareció muy lindo, fue maravilloso.

Tienen todo lo bueno y lo malo que puede significar hacer música en su propia casa. Los dos son músicos. ¿Cómo es la convivencia full time con la música?

Bueno, es un proceso de creación constante. Hemos tomado el camino de la poesía, fundamentalmente. También hacemos canción latinoamericana, y canciones propias. También trabajo en paralelo con la canción y la poesía gallega. Trabajamos así. Yo soy la que más leo, por ejemplo, porque tengo más tiempo que Washington, que tiene otra pasión, que es la pintura. Yo elijo determinadas poesías y él es el que las musicaliza, o lo hacemos entre los dos. Él me dice cómo leerla, si más rápido, o si de abajo hacia arriba, y así le va buscando la música que él ve que cada poema tiene. La poesía nace con una música adentro, que hay que descubrir.

En los últimos tiempos se está hablando mucho de la mujer en el ambiente musical. Fuiste una de las pioneras, hace más de cuarenta años. ¿Se ha evolucionado, se han avanzado casilleros en ese aspecto?

Se han abierto puertas, y hay muchas mujeres haciendo cosas, no solamente cantando sino componiendo. Eso está muy bueno. Se han abierto espacios, pero todavía falta. Los festivales siempre fueron muy machistas, y te lo digo por experiencia. Yo iba porque iba Washington, suponete. Y pasaba que de pronto en un momento yo era la única mujer. O había alguna otra, pero éramos muy pocas. Ahora veo que hay una brecha que es importante abrir, y se está abriendo, pero todavía falta.

¿Lo veías también afuera, en Argentina o España?

En esos lugares cantamos casi siempre solos. Cuando estuve en festivales, había mujeres, bastante, aunque eran más los hombres.

En 1987 grabaron “Sorocabana… al sur de la nostalgia” y en 1988 “Mel e carne”. Ese mismo año comparten escenario con Paco Ibáñez en el Palacio Peñarol. En 1989 viajaron a Japón para realizar 29 recitales en 42 días y editaron el primer CD de música popular en ese país llamado “Washington y Cristina en Japón”. En 1990 editaron “Nuestras canciones” y realizaron en el teatro El Galpón el recital “Cantigas populares” en idioma gallego. Viajaron a Brasil, Cristina se fue a Galicia y luego el dúo se presentó en el estadio Obras de Buenos Aires. En la capital argentina tocaron también en la Feria del Libro.

En 1994 estuvieron nuevamente en Galicia donde realizaron 25 recitales en diferentes ciudades – junto al músico Jorge Burgos – y Cristina actuó en la televisión local. Editaron un nuevo disco para el sello Fono Music de España y en 1995 realizaron el espectáculo “Vieiros de saudade”, basado en canciones populares gallegas. Al año siguiente grabaron para Orfeo el disco “Por sobre el ala de un pájaro”. Fueron distinguidos con el premio Morosoli, que es otorgado por la fundación Lolita Rubial de Minas. Y un año después tocaron en el teatro Solís y en el Florencio Sánchez. En 1998 graban” Raigames” y crearon el espectáculo “Vuelvo por mis alas”, de Federico García Lorca, en la sala Atahualpa del Teatro El Galpón. Fue un ciclo exitoso, nominado al Premio Floremcio, donde estuvieron acompañados, entre otros, por la actriz Cecilia Baranda y los músicos Ana Inés Zeballos, Florencia Romero y Sergio Tulbovitz. En 1999 Cristina se presentó nuevamente en Galicia y además grabó tres actuaciones para la televisión española. En el 2000 Cristina realizó junto Antonio “Taco” Larreta, en el Teatro del Centro, la obra “Amor: sol y sombra”, dirigida por Carlos Arbeleche.

¿Qué es lo que más te gusta en el proceso de grabar un disco? Desde la idea inicial, el encontrarle la forma a la canción, ensayarla, grabarla, editarla.

Lo que más disfruto es el ensayo, que me encanta. Porque ahí está el trabajo creativo. Con los músicos con los que estoy ahora es como un taller. Si a uno se le ocurre algo, lo escuchamos. Todos aportamos, y eso me encanta. Es como un laboratorio del que sale la canción, y después no nos acordamos quién dijo tal cosa. Es una cosa colectiva.

¿Y después de hacer un disco lo escuchás con atención?

Nunca más los escucho. Solamente escuchamos los discos de Washington, porque él tiene la teoría de que si los escuchamos a fin de año vamos a tener trabajo todo el año. Entonces los escuchamos a fin de año (Risas). Pero en realidad lo que sucede es que después de la mezcla y la grabación quedás muy saturado.

¿Y en esa escucha que hacen ves cosas que podrían haber quedado mejor?

Siempre me parece que se podría haber hecho mejor. Aunque capaz no. Me acuerdo de una canción que estábamos ensayando con Ana Inés Zeballos, que está en este disco y se llama “Lágrima”, es un fado. Estábamos ensayándola y el técnico la grabó, y esa fue la que quedó. Fue maravilloso.

Algunos artistas graban un disco y luego pasan tres o cuatro años hasta el próximo. En el camino artístico de ustedes, y en particular en el tuyo, hay como cierta periodicidad…

Sí, ahora hace bastante que no grabamos en dúo. Hemos tenido varios viajes. Hemos hecho muchos espectáculos con actores de teatro. Nos encanta la voz hablada y la voz cantada, al unísono. Ese espacio escénico que se forma con el actor nos parece divino.

En 2010 Washington y Cristina fueron reconocidos como “Ciudadanos ilustres” de Montevideo. En esa instancia se recordó el camino de ambos en la música. Se mencionó que, en sus comienzos, Washingto estudió guitarra con Daniel Viglietti y con Demetrio Asuma, y que sus profesores de canto fueron Nelly Pacheco y Mabel Moreno. Se señaló que en 1967 viajó a Chile, donde participó del movimiento de la Nueva canción junto a artistas como Víctor Jara, Patricio Mans y Ángel Parra. Y que Cristina, por su parte, también había tomado clases de guitarra con Viglietti y de canto con Nelly Pacheco y Mabel Moreno. 

¿Te hubiera gustado ser actriz?

Me habría encantado. Mi padre fue actor de teatro y radioteatro, y director de coros. Por eso mi casa siempre estaba llena de actores. Pero no sé por qué se me dio más por la música.

¿Nunca hiciste nada en teatro?

Con “Taco” (Larreta) hacía contraescenas. Después hicimos algunas cosas donde participaba un poquito, decía algunos textos. Pero no más que eso. Casi siempre, cuando canto, integro poesía.

Que se acerca mucho a la actuación…

Sí. Eso me gusta.

¿Cómo vivís los minutos previos a subir a escena? ¿Tenés algo especial, una especie de concentración previa?

Trato de estar bastante concentrada. Pienso mucho en mi padre en esos momentos, que me enseñó muchísimas cosas. Me decía que entrara con el pie derecho, y lo hago. Trato de que él me acompañe. Era una personalidad sumamente fuerte y poderosa. Me acompaña, y me gusta.

Se parece mucho a una cábala. ¿Tenés alguna otra?

Sí, llevo las fotos de mis padres, y de mi hermana, a la que lamentablemente perdí hace dos años. Llevo a mis seres queridos conmigo.

A propósito de eso, ¿tuviste también momentos tristes en el escenario, momentos que recuerdes de mala manera? ¿O siempre fueron momentos positivos?

Siempre fueron positivos.

¿Cómo vivís el subir a un escenario como el del Solís, con su historia? Incluso por su tamaño, por lo que implica…

Es maravilloso. El Solís y también el auditorio del Sodre, donde tuve la suerte de ser una de las que estuvo en la reapertura. El Solís es como un abrazo, parece que te abraza. No sé ahora, con el protocolo que hay que cumplir y el aforo de trescientas personas. Pero igual, el Solís es siempre el Solís.

¿Hacés una previa de recorrer el escenario?

Sí, me gusta recorrer el escenario, la platea. Me gusta mirar la cancha.

La otra parte de esta historia es la gente, el público. ¿Cómo sentís la llegada de esa energía que está ahí presente?

No se ve mucho, por las luces, pero sí sentís la energía. Lo que completa el espectáculo es la gente. Ahí es donde está la verdad, ni en los ensayos ni en la prueba de sonido, está en el escenario. La verdad está en el escenario y con la gente.

¿En qué momento empezás a pensar en el espectáculo que se va a materializar? ¿En los ensayos, en la previa, en la grabación?

Viene en ese momento, porque es una energía que se vive ahí. El ensayo es una cosa, pero en el escenario está toda la energía que transmite la gente. Las canciones cobran hasta otro sentido, quizás, que no te imaginabas.

¿Te pasó que alguien te hubiera comentado que una canción le llegó de una manera en que no habías pensado? Porque cada uno se adueña de la canción desde el lugar que quiere…

Sí, nos ha pasado muchísimo, con “(…) está pariendo un corazón”, por ejemplo, con gente que estaba en enferma y escuchaba esa canción. Una muchacha me dijo que estaba escuchando esa canción mientras paría a su hijo. “Traéme la canción de Cristina”, le había pedido al marido. Después pasan muchas cosas con “El enamorado y la muerte”. Dos veces en un taxi me han llegado a decir que no me iban a cobrar, “porque mirá que yo salvé un examen gracias a esa canción”. Mucha gente nos pide canciones. Por ejemplo, de esa canción se cumplen cuarenta años desde que la estrenamos, en el Club Canelones. “Vamos a cantar un estreno”, habíamos dicho esa noche. La gente escuchó, ¡y no sabés lo que fue el aplauso! Nos pedían que la tocáramos otra vez, y la tuvimos que cantar tres veces. Nunca nos pasó algo así con otra canción. Ahí nos dimos cuenta que había pasado algo. Sucede que ahí está todo, el amor, la vida.

¿Te acordás cómo fue que nació esa canción?

Sí, primero nos peleamos con Washington (Risas). Pasaba que yo no quería hacerla. Y entonces quedó guardada en un cajón un tiempo. Al final le dije a Washington para hacerla. Por suerte la hicimos, porque es lo más emblemático del dúo.

Sí, casi que es un sello de identidad. ¿Qué cosas creés haber aprendido de Washington, después de tantos años con él? ¿Y en qué cosas creés haberle contribuido vos, desde el punto de vista artístico?

Washington es un hacedor de cosas. Esta mesa que ves acá, estos muebles, todo lo hace él. Arregla todo lo de la casa, además de pintar, de tocar, de componer. Es un hombre sumamente completo. No sé si yo le aporto algo a él, pero él sí, muchísimo. Y eso de estar juntos tanto tiempo y de convivir creo que es porque el dúo nuestro es muy libre. Ambos cantamos solos, además de cantar juntos. Esa libertad y ese crecimiento de cada uno, en las cosas distintas que hacemos, es lo que nos hace convivir tanto tiempo. Ya son 45 años.

A fines de 2019 el dúo recibió la medalla Delmira Agustini por parte del Ministerio de Educación y Cultura, un premio que reconoce la labor de referentes de la cultura uruguaya. Fueron premiados “en virtud de su indiscutible actividad cultural y en especial como autores e intérpretes de larga trayectoria artística de la música popular uruguaya, caracterizada por el rigor y el compromiso constante de las circunstancias sociopolíticas, contribuyendo así a la proyección del Uruguay Cultural”.

¿Son críticos, en el buen sentido? A la hora de decir que algo de lo que están haciendo no les gusta.

Sí, cuando yo hice aquel espectáculo con Taco lo llevé a Washington y le pedí que me dijera todo lo que viera mal. Él estaba en el estudio y no pudo estar, pero estuve acompañada por dos excelentes músicos. Una fue Ana Inés Zeballos, divina, una concertista de guitarra maravillosa, y Facundo Fernández. Los dos me acompañaron.

Tanto individualmente como en dúo han trabajado mucho con artistas de acá y de afuera. ¿Queda algo pendiente con algún artista o músico?

El sueño de mi vida se cumplió, que fue cantar con Joan Manuel Serrat. El sueño dorado. Cuando en los reportajes me preguntaban con quién me gustaría cantar, yo decía que con Serrat, pero como algo que no iba a pasar (Risas). Un día me llamaron por teléfono. “Cristina, te habla Joan Manuel Serrat.” Yo creía que era un amigo, porque todos conocen mi admiración por él, y no le creí. Estuvimos hablando rato, hasta que me dijo: “Mira Cristina, soy Joan Manuel Serrat. Esta conversación compromete la herencia de mis hijos.” Porque yo le discutía que no era él. ¡Qué vergüenza! (Risas) Pero cuando me dijo eso que la conversación comprometía la herencia de sus hijos, me di cuenta que era él. Eso fue en 2016, cuando cumplió cincuenta años en la música e hizo todo un recorrido y empezó por acá.

Su vínculo con Uruguay y Montevideo es muy particular.

Sí, es así. Esa vez éramos Fernando Cabrera y yo, al principio. Después se sumó Viglietti y Mauricio Ubal.

Y ahí te sacaste el gusto de cantar con él…

Sí, por suerte he cantado con casi todos los compañeros de la música popular uruguaya, y ojalá pueda cantar con muchos más. Pero ese era un sueño.

¿Cómo fue la previa de ese encuentro con Serrat?

¡No sabés! Pasé ensayando todos los días hasta que llegó. Cuando nos pudimos juntar, yo había ensayado tanto que me dijo “ya está”. Una sola vez y me fui. Yo me preguntaba si alcanzaría con una sola vez. Pero fue divino. Él es una persona sumamente generosa. Yo estaba en mi camarín y fue a decirme que no me preocupara, que iba a salir todo bien. Fue una experiencia maravillosa. Y acompañados de tremendos músicos.

Otro nombre que seguramente te genere también algo especial es Alfredo Zitarrosa.

¡Una maravilla! Una maravilla cantarlo. Lo canto bastante, y dentro de nuestro repertorio no pueden faltar Zitarrosa, Federico García Lorca e Idea Vilariño. Esos nombres no pueden faltar nunca. Porque además, en el caso de Alfredo, lo conocí.

Lo conociste en Buenos Aires. ¿Cómo lo ubicás en el espectro de la música popular uruguaya?

Creo que Zitarrosa y Daniel Viglietti son íconos, algo maravilloso para nuestro país, junto con otros cuantos como “El Sabalero” (José Carbajal), Los Olimareños y otros muchos. Pero sobre todo ellos dos, y sobre todo Zitarrosa. Daniel era más intelectual en su decir, y Zitarrosa era más popular.

Mencionaste a Idea Vilariño, ¿en qué lugar la ponés en ese espectro de referentes?

Divina. Tuve la suerte de conocerla. De hecho, tengo una carta de ella. Yo le había pedido que me acercara poesías suyas para musicalizar. Me acercó dos, junto con una cartita, que tengo como un tesoro. Y además pasó esto: tengo una amiga, Carolina Viola, que me hizo un almohadón con la carta, para que no se me borrara. Fue una mujer maravillosa. En febrero tuve la suerte de tocar con la Filarmónica “La canción y el poema”, de Idea y Zitarrosa.

¿Y dónde ubicás a Mario Bendetti, a propósito de que este es su año?

No fui tan amiga de Mario como lo fui de Idea, quizás por la cercanía de ser mujer, pero lo conocí. Asistí a varios de sus cumpleaños. Para nosotros fue un privilegio que nos invitara. Washington ahora pertenece a la Fundación Mario Benedetti, como secretario. Yo estoy en la lista de gente que Mario hizo para que la Fundación siguiera adelante. Estoy como vocal, aunque hay muchos antes que yo. Pero me enorgullezco de poder estar en esa lista.

¿Cómo ves la situación polémica acerca de Mario como figura del Día del Patrimonio? Que a nivel oficial se eligiera a Quintela como nivel central, y no tanto la de Mario.

Como fueron los 100 años de Mario e Idea, el pueblo se encargó de que el Día del Patrimonio fuera de ellos también. Ojo, también conozco y sé quién fue Quintela. Pero la propia gente hizo de todo por el aniversario de Benedetti, y no solo acá, también en España y en Argentina. Están todos los murales que se han hecho acá, todo lo que se ha hecho en poesía, en charlas, conferencias…

Hay obras de teatro también…

¡Claro! Ahí está la película sobre “La tregua”, que se ha exhibido en tantos lugares. Me parece que el pueblo lo eligió a él.

¿Qué opinión tenés sobre las políticas culturales de los últimos tiempos? La izquierda siempre ha tenido un vínculo con lo cultural, casi que tradicional. ¿Se han hecho suficientes cosas o considerás que se podría haber hecho más?

Creo que se hicieron cosas, pero todavía falta mucho.

¿Cuáles son las cosas que quedaron en el “debe”?

La cultura es muy importante. No lo digo solo a nivel de música y de teatro. Se han dado ayudas, pero falta mucho más, a nivel de teatro, de pintores, de escritores, de músicos. De todo lo que abarca la cultura. Cuando se den cuenta que es una inversión…

¿Cómo sos como consumidora cultural? ¿Sos de ir al teatro, al cine? ¿Leés?

Me encanta el teatro y el cine. Ahora está en pausa, como sabemos, pero me encanta, me apasiona. También los recitales. Siempre que puedo, voy.

El 13 de noviembre presentó el disco “Palabras de amor”, editado por Ayuí, en el Solís. Son 14 surcos que incluyen fados, canciones españolas, boleros y habaneras. Allí Cristina nos brinda una clase magistral de canto y fineza a la hora de interpretar diferentes estilos, sin perder en ningún momento su poderosa comunicación, plena de sobriedad, excelencia técnica y emoción. En su plena madurez como cantante y apoyada por excelentes guitarristas (Ana Inés Zeballos, Facundo Fernández y Jorge Nocetti), Cristina logra que “Palabras de amor” vuelva a sorprendernos, plantándose definitivamente como una de las mejores intérpretes del Uruguay.

Hablemos de este espectáculo …

Se cumplen los cuarenta años de mi primer disco en gallego, entonces va a haber una recorrida por ese disco, y otra por este otro que acabo de publicar. Como intérprete eso me permite ir por otros lugares que no visito siempre. Canto bolero, ranchera, fado, habaneras. Otros caminos que no abordo generalmente. Y después algunas canciones que dentro del dúo tengo que cantar sí o sí, como “El enamorado y la muerte”.

“El enamorado y la muerte” casi que es un sello de identidad del dúo…

Sí, pero además voy a tener un invitado, aunque todavía no voy a decir quién es. (Risas)

¿Este camino paralelo que has hecho con la música gallega ha contribuido a que esa música llegue a un público al que de pronto no llega habitualmente?

Sí. ¿Sabés por qué te lo digo tan enfáticamente? Porque sucede que voy al interior, y a veces cantamos incluso al aire libre, y me gritan que cante una en gallego. En el medio del campo, que te griten eso es increíble. Y además he tenido muy buena respuesta de Galicia. Hasta me llegaron a decir si no me quería quedar a vivir, que me ponían un piso, como dicen ellos, un apartamento, y una orquesta para cantar.

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