Escribe Andrea Bertino
Desde el cine social y militante de la década de los 60 hasta algunos filmes “de culto” de comienzos de los 2000, el cine uruguayo ha ido evolucionando a un ritmo lento pero seguro.
En la pre dictadura veíamos un cine popular, social, comprometido, militante, eventualmente revolucionario; pero eran víctimas de una contradicción insalvable: sus películas tenían escasa circulación dentro del país, raramente se exhibían en los cines comerciales, y salvo excepciones, eran ignoradas por los críticos y otros formadores de opinión. Con la dictadura instalada en 1973, se anuncian una vasta serie de restricciones a las libertades y se reafirma una tendencia nacionalista y anticomunista. Durante los meses siguientes, quedan disueltos los sindicatos, se establece una fuerte censura de prensa, se limita al máximo la libertad de reunión, se interviene la Universidad y se inicia un proceso de reconversión cultural que afecta profundamente a la intelectualidad; donde la situación de los cineastas, al igual que la de los demás artistas independientes, empeora drásticamente.
Ya en democracia y a finales de los 90, la gran mayoría de los cuarenta y cinco estrenos comerciales, entre ficciones y documentales, que se registran entre fines de 1996 y 2007, tienen su origen en proyectos que habían participado del concurso del Fondo para el Fomento y Desarrollo de la Producción Audiovisual Nacional (FONA); algo que terminó de impulsar el cine nacional (con la lógica bisagra del 2002). De hecho 2001 es el año de “En la puta vida” de Beatriz Flores Silva y “25 Watts” de Juan Pablo Rebella y Pablo Stoll, dos películas a partir de las cuales ya se habla de “cine uruguayo”.
Aquí, un breve repaso por las películas más icónicas de los últimos años en Uruguay:
1- «25 watts» (2001)
Con Daniel Hendler, Jorge Temponi y Alfonso Tort. Película de culto para los más jóvenes. En ella se relata la vida de 3 amigos durante un periodo de 24 horas. Es sábado de mañana y Javi, Leche y Seba todavía no se acostaron. Siguen tomando cerveza, recorriendo las calles y tratando de evadir sus responsabilidades. Esta película retrata 24 horas de la vida de estos ociosos amigos que no dicen más que (en apariencia) sin sentidos y deambulan en un estado de aburrimiento crónico. Nos permiten ver la rutina diaria en Montevideo, la visión de los jóvenes sobre la vida y los problemas que los aquejan.
2- «El viaje hacia el mar» (2003)
Con Juceca, Diego Delgrossi, Hugo Arana y Cesar Troncoso. Basada en un cuento de Juan José Morosoli, en ella se narra la aventura de algunos personajes atípicos que esperan un camión para conocer el mar. En este viaje se revelan cuestiones íntimas de los protagonistas y su forma de ver el mundo. En una mañana de domingo de 1963, en un bar de un pueblo de Minas, Rataplán, el barrendero; Quintana, el sepulturero; Siete y Tres Díez, el vendedor de loterías y su perro Aquino, esperan a Rodríguez, que los va a llevar a ver el mar por primera vez. El vasco, su capataz, los acompaña a regañadientes. Recién llegado de la capital, un elegante desconocido se suma a la comitiva en el último momento. A lo largo del viaje, en el camión destartalado de Rodríguez, los seis personajes irán revelando su particular manera de sentir y vivir la vida.
3- «Whisky» (2004)
Con Jorge Bolani, Ana Katz y Leonor Svarcas. Es una producción en conjunto con Argentina, Alemania y España, considerado por la crítica como uno de los mejores films latinoamericanos. La película cuenta la vida de dos hermanos judíos y su reencuentro, al que se sumará Marta, una de sus empleadas. Jacobo Köller, el dueño de una modesta fábrica de medias, arrastra una vida gris y de una monotonía asfixiante. Su relación con Marta, su empleada de confianza, es estrictamente laboral y está marcada por el silencio y la rutina. Esta monotonía se ve súbitamente amenazada por el anuncio de la inesperada visita de Herman, el hermano de Jacobo, que vive en el extranjero, y con el que ha perdido contacto desde hace años. Es entonces cuando Jacobo le pide ayuda a Marta para afrontar esta situación tan incómoda. Tres personalidades aparentemente inofensivas: tres clases de soledad.
4- «El baño del papa» (2007)
Con Cesar Troncoso, Virginia Ruiz y Hugo Blandamuro. Se basa en la visita real del papa Juan Pablo II a Melo. La película muestra cómo la pequeña población del lugar se prepara para recibir esta visita histórica en relación a las ganancias económicas que pueden sacar de ella. El Pontífice empezará su gira por Latinoamérica en esta pequeña ciudad en la que se espera a más de 50.000 visitantes. Los más modestos están convencidos de que esta visita será milagrosa para el alma y la cartera; muchos creen que vendiéndole comida y bebida a esa multitud se harán casi ricos. Pero Beto tiene una idea mejor: construirá unas letrinas delante de su casa y las alquilará. Es una especie de mensaje sociopolítico que se une con una sátira muy eficaz.
5- «La casa muda» (2010)
Con Florencia Colucci, Abel Tripaldi, Gustavo Alonso. Es la primera película de terror uruguaya, filmada en un solo plano de secuencia y que por su éxito tuvo un remake estadounidense. La trama muestra como un padre y su hija se establecen por una noche en una vieja casona, donde son contratados para arreglarla, que esconde un oscuro secreto. Al principio todo transcurre con normalidad, pero Laura escucha un sonido que procede de fuera y se intensifica en el piso superior de la casa. Basado en un suceso real: en 1944, en una vieja casa de campo fueron hallados los cuerpos de dos hombres brutalmente torturados. Las inquietantes fotografías que se encontraron fueron la clave para resolver el sangriento crimen.