• 4 de abril de 2024 9:26 AM

«Infierno vacío»: entrevista a Gustavo Iribarne

Por Martín Imer

El escritor Gustavo Iribarne publicó un nuevo libro de cuentos titulado “Infierno vacío”; una obra que demuestra el carácter multifacético de su autor, ya que además de dedicarse a escribir ficciones es periodista, crítico cinematográfico y organizador del conocido festival «Piriápolis de película», que este año tendrá su tradicional edición en el Argentino Hotel. 

¿Cómo te sentís ante esta nueva publicación? ¿Los mismos nervios, o se toma distinto?

En lo personal, escribir es como realizar un ejercicio de supervivencia. Por eso es que la publicación de un nuevo libro, más allá de reconfortarme, la siento como una catarsis liberadora y pasional. No puedo hablar de nervios ni ansiedades, es otra cosa. Cuando el texto se convierte en libro como objeto físico y lo tomo en mis manos, al leerlo  me impresiona como si lo hubiera escrito otra persona. Como si alguien, desde el inconsciente, me hubiera dictado lo que tenía que escribir. Ya me había pasado con “La revancha y otros cuentos”, mi libro anterior. También siento que escribir supone un acto de exploración interna, una actividad cuasi mágica e inefable. Un trabajo que mezcla  placer y búsqueda a la vez que  desafía a la página en blanco para lograr, a lo mejor, una futura conexión con el lector. De todas maneras, no hay que escribir pensando en el lector sino concentrado en uno mismo. Puede que todo lo que he dicho impresione como palabrerío de discurso magistral pero es lo que siento y necesito expresarlo así.

¿Con qué temas centrales se van a encontrar los lectores en el libro?

Quizás no pueda hablar de temas centrales, eso lo dejo para los lectores o los críticos literarios. Hay un proverbio latino que señala que “nada de lo humano me es ajeno” y creo que eso se aplica para lo que uno vierte en la escritura. De todas maneras, Juan Rulfo ya había dicho que en territorio literario, “no existen más que tres temas básicos: el amor, la vida y la muerte”. Tan simple como posiblemente inabarcable. Igualmente, supongo que cada persona que lea el libro podrá encontrar algo con lo que se sienta identificado, aunque también puede generar rechazos, lo que también  supone una respuesta frente al texto. Pero tratando de buscar algo puntual como temática, diría que el cruzamiento onírico con los límites de lo que llamamos realidad es un concepto que me atrae.

¿En qué te basas para crear los cuentos? ¿Tenés influencias de la realidad o de otros autores que te gusten?

Posiblemente parte de lo que respondí en la pregunta anterior también sirva para contestar esta nueva interrogante. Escribir es explorar el mundo que te rodea y confrontarlo con tu mirada personal. La percepción del afuera y la manera en que tu interioridad recepciona esa información es parte del juego a la hora de transcribirlo en palabras. A lo mejor suena medio académico pero no hay vuelta que es así. Ahora, si me pongo a hablar de autores que me han impactado (no quiero hablar de influencias porque sería un desubicado acto de vanidad o pedantería), la lista es muy amplia y ecléctica porque puedo arrancar por Shakespeare (para mí, el UNO) y terminar con Felipe Polleri mientras subrayo otros grandes nombres como Kafka, Cortázar, John Fante, Borges, Ray Bradbury, Mariana Enriquez, Harper Lee, Bioy Casares, Juan Forn, Raymond Chandler, Gabriel García Márquez o Connie Williams. Lo dejo por acá pero advierto que es un registro a vuelo de pájaro absolutamente incompleto. (Después me voy a arrepentir de no haber mencionado a algunos otros).

¿Qué te resulta atractivo del formato de cuento, a la hora de escribir?

La intensidad. Ahora estoy escribiendo una novela y el relato puede alcanzar niveles de diversificación que el cuento debe condensar en un mundo mucho más cerrado. Si bien hay algunos textos más largos que otro, esa concentración es propia del relato breve. Por lo menos es lo que yo experimento a la hora de merodear los términos que instalo en la historia que narro. Después estará la respuesta por parte del que lo lee porque, como dijo Borges, “los textos pueden no ser muy distintos pero cambian según el lector” y Bolaños agregó que “uno puede estar escribiendo el mismo cuento hasta el día de su muerte”.  Esa intensidad de la que hablaba al principio debe cerrarse positivamente al final de la lectura, completando un todo. Ojalá haya logrado algo de lo que subrayo en esta respuesta.

¿Qué tan distinto te resulta el escribir una ficción a una crónica periodística o una crítica de cine?

Muy diferente. En la crítica uno escribe sobre la obra de un tercero, ya sea una crónica cinematográfica, sobre un artista plástico o un cantautor, Aquí, en la ficción, el escritor se desnuda frente al espejo y escribe lo que siente desde su “yo” interno, aunque suene muy psicoanalítico. Por supuesto que en la crítica siempre tiene ese costado subjetivo, imposible de eliminar, más allá que apelemos a un rigor neutro. Pero la creación literaria es totalmente personal y uno redacta desde la soledad a modo de exorcismo. Es difícil de explicar lo que uno siente cuando escribe, intentando reinventar el mundo que le rodea. Supongo que cada escritor tendrá una respuesta diferente para esos momentos de creación en solitario.

¿Seguís algún proceso creativo riguroso, o te guiás más por la inspiración del momento?

Es otra pregunta difícil de contestar. En principio puedo asegurar que no manejo métodos sino que, de vez en cuando, surgen ideas que voy manejando hasta llegar a un destino que me resulte claro. El rigor aparece en la elaboración del relato (por lo menos, eso intento), cuidando hasta el último detalle. Otra vez surge el tema de la intensidad, un desarrollo limpio y un final que se cierra sobre la totalidad del texto. Ahora, me parece importante señalar que, desde mi punto de vista, los cuentos no se “explican”. Uno llega a la historia y, a veces, la decodificación analítica resulta inútil porque el texto repercute en la que se ha denominado la inteligencia emocional. Por lo menos es lo que yo experimento cuando leo una obra que me sacude.

¿Se hace muy difícil el publicar un libro en Uruguay, contexto pandémico o no?

Me da la impresión que puede resultar un poco menos dificultoso que años anteriores pero aclaro que es una sensación particular que puede no coincidir con la realidad. Hay nuevas editoras independientes (como Ginkgo, que ha publicado mi libro “Infierno vacío”) que están abriendo camino. Puede ser que la dificultad esté en la distribución y difusión en las librerías donde se debe competir con best sellers que hacen a los horóscopos chinos, las recetas que elaboran cocineros mediáticos u otros textos de supuesta autoayuda, que están muy de moda de un tiempo a esta parte. Claro, una librería es un negocio que debe facturar y depende de la demanda de sus clientes. Pero, afortunadamente, Uruguay es un país lector por excelencia y existe una amplia clientela  que va desde textos que hacen a la historia reciente, pasando por autores de ficción de todas las nacionalidades y -por suerte- creo advertir una interés creciente por los escritores nacionales.

¿Desde cuando estará el libro en las librerías?

El libro ya está en las librerías, lo distribuye Escaramuza y verlo en las estanterías es otra gratificación que experimenta cualquier autor a la hora de finalizar su obra.