Por Martín Imer
Llega a las salas uruguayas El empleado y el patrón, una película muy esperada por los cinéfilos locales ya que marca el regreso de Manuel Nieto, uno de los realizadores nacionales más reconocidos del cine uruguayo reciente.
Desde el estreno de La perrera en 2006, Nieto se ha caracterizado por una corta pero intensa filmografía que supo dividir a los espectadores, encontrando en esta oportunidad su apuesta más ambiciosa hasta la fecha: una co-producción con actores conocidos en el panorama internacional, como es el caso del protagonista, Nahuel Pérez Biscayart. Sin embargo, la escala de la cinta no la aleja demasiado de los temas que le interesan al director: a través de una tragedia que sucede en un cambio, las tensiones crecen entre la familia de un peón rural y su empleador, un joven que está aprendiendo a liderar el negocio de su padre. Con motivo de este estreno pudimos hablar con Nieto sobre el significado de la película, su dimensión social y el punto en el que se encuentra en su carrera.
¿Cómo es tu sentimiento al estrenar esta película en Uruguay?
Mi sentimiento es de alegría y agradecimiento, porque esta película llega en un momento en donde se levanta el aforo, y llega acá en un momento inmejorable; osea, ahora lo único que falta es que el público vuelva a las salas, que vuelva al habito que había hace dos años, pero tampoco se le pueden pedir peras al olmo. Creo que es el mejor momento en estos dos años que han pasado para estrenar y la verdad no tengo apuro, una peli a mí me lleva mucho tiempo hacerla, 6 años, entonces no me iba apurar con el estreno por ningún motivo.
Hablando de El empleado…, noto en tus tres películas que todas van hacia los lugares que uno tiene que asumir en la vida. ¿Cómo ves vos esos lugares que uno tiene que tomar? ¿Es algo que a vos te ha perseguido, eso de estar siempre en un lugar fijo en la vida?
No, en particular y en mi vida personal no lo vinculo directamente, no es que a través de las películas hablo de mí, quizás hablo de los que me rodean, pero más allá de eso, que es cierto, que ese tema está en las 3 películas, a mí lo que me interesaba y me preocupaba y lo que quería hacer era hablar sobre la juventud. No es que quiera trabajar sobre eso en mi obra, pero película a película lo que me interesaba era ir sobre diferentes etapas de la juventud; para mí es un momento de la vida súper interesante, porque en la juventud está el futuro, está la esperanza, y también está la pasión por la vida, están los ideales ahí verdes todavía, y está la irresponsabilidad a flor de piel. Esa pulsión por vivir todo intenso, esa mezcla. a mí me ayuda a desarrollar las historias, los dramas.
Esta es una película en la que hay dos jóvenes que tienen que afrontar lugares que cada vez están más difuminados en esta sociedad, el patrón fuerte que tiene que imponer una presencia casi amenazadora y el muchacho que en vez de renunciar a sus sueños quiere hacerlos realidad con el caballo del patrón. ¿Es algo que pasa también en la sociedad uruguaya, de jóvenes que no quieren asumir esos papeles que supuestamente tienen prestablecidos?
No sé, la verdad eso no podría decirlo, yo creo que esta película muestra a un patrón diferente, un patrón que está lejos del estereotipo tradicional o más común del patrón rural fuerte, autoritario. La película viene a mostrar una nueva generación de esta gente, que está tomando el negocio en sus manos y lleva una vida moderna debido a la globalización o lo que sea, obviamente no viven en el campo, trabajan desde la ciudad, se desplazan rápidamente en camioneta por todo el país y traen también nuevas ideas, nuevos sentimientos a este trabajo. Hay que entender igual – y creo que la película lo deja claro – que el tipo es un arribista, es un recién llegado, está empezando con el negocio del padre, entonces todavía conserva esa inocencia, esa frescura de venir de otro lugar, no sabemos cómo va terminar. Por lo pronto creo que hay esperanza de que por lo menos se llegue con otras ideas, otros sentimientos empáticos frente al empleado, después de compasión cuando pasan las cosas que pasan, de culpa… La peli creo que va ahí, a dónde está la culpa, dónde está la responsabilidad, cómo sienten eso uno y otro, los dos son jóvenes más allá de que uno es más joven que otro, pero está ahí la responsabilidad: qué hacemos, cómo la manejamos.
¿Consideras que tu cine es político?
Todo cine es político, porque de una u otra forma estás reconstruyendo la sociedad de acuerdo a lo que vos pensás, en el mundo de tu película. Esta película además te pone por delante un título que remite a ciertas ideas políticas de lucha de clases marxistas, weberianas, como quieras verlo, pero yo no me propongo hacer cine político ni de discurso ni declamativo; yo me propuse hacer una película de personajes. Soy obviamente consciente de la carga política que tiene ya nomás ubicando a uno y otro personaje en un lugar y otro de la sociedad, pero la política puede surgir en cualquier lado, en cualquier situación es simplemente poner a dos personas como juego y está ahí siempre. Las clases siempre han funcionado así en la sociedad, estamos tomando dos pero las clases se relacionan, están separadas pero también se producen fluctuaciones, se producen cambios; es muy diferente el lugar en donde comienza el patrón y donde termina, también el empleado, en términos no de jerarquía pero de sometimiento al otro. Primero uno somete al otro a través del trabajo, el vínculo laboral y después a la inversa con todo lo que la película despliega.
¿Cómo te sentís vos personalmente ante esta tercera película en tu carrera, con todo lo que has aprendido de las otras?
Yo me siento cómodo porque realmente hice lo que quise, quedo muy cerca de lo que el guion planteaba, de lo que yo me imaginaba cuando escribía – una de las ventajas que tiene ser escritor/director y productor es que terminas haciendo la película que vos queres. La película por suerte también encontró financiación adecuada, llevó un montón de tiempo levantarla y conseguirla, pero se hizo con todo lo que la película pedía y eso para mí, profesionalmente, es muy importante. En Francia también la película se defendió sola, ella misma se ocupó de levantar esa financiación que faltó a último momento, a través del Festival de San Sebastián, a través de los fondos franceses, pero eso ya cuando la peli tenía una forma, entonces todo eso me deja muy contento. También que se esté entrenando en Francia ahora en 50 salas; me gustaría que funcionara un poco mejor el tema de las ventas internacionales pero en lo cuanto a lo artístico me siento muy bien, me doy cuenta que no es una película tan radical como la anterior que es mucho más provocativa o es me gusta/no me gusta en términos de audiencia, esta creo que tiene una lectura más homogénea, se lee muy parecido acá o en Francia, la diferencia es la lejanía o cercanía que el público siente a los personajes: acá se siente más fuerte porque son conocidos, allá están un poco más lejos pero igual se ha visto con mucho interés.
Hablando de esa radicalidad, más presente en El lugar del hijo que acá, ¿Sentís que en Uruguay se hacen películas de ese estilo? ¿Hacen falta más películas que presenten un combate?
No sé, lo que veo es que los temas rurales son poco transitados por el cine uruguayo. Y creo que hay pocas películas como esta, serias, de una temática rural, dramática (no tiene nada de humor), y creo que también los personajes están profundamente dibujados, en el sentido de que presentan varias capas — la peli también ofrece varias lecturas a los diferentes sucesos que salen, en ese sentido es una película que es compleja y es sutil, profunda también, y por otro lado creo que con más comodidad que las anteriores, como vos decís. Cuando la hice tenía una voluntad a priori de llegar a un público un poco más amplio que con las anteriores, entonces eso explica un poco la elección de casting, yo me preocupé también por eso de no levantar un discurso e ir como suave, ir a través de la suavidad, de la humanidad que pueden tener cada uno de los personajes.
¿Pero esto como una respuesta a la división que generó El lugar del hijo?
No, no por una división sino porque El lugar del hijo es una película que no alcanzó al público en ningún lugar, fue mal trabajada por la distribución, y para mí no sé si es mejor que esta porque a mí me gusta eso de la radicalidad, de poner las papas sobre el fuego, pero me doy cuenta también que hay que probar cosas diferentes, vos no te podés quedar siempre en el mismo lugar, es aburridísimo. Esta peli me permite otros desafíos como director: trabajar con actores conocidos, buenos actores, un elenco dividido – el mundo del empleado son actores no profesionales de acá y el del patrón son todos actores internacionales conocidos, entonces hacer esa apuesta para mí era muy grande, hacer funcionar esos dos mundos, aprovecharme de ese contraste sin salirme de tono, y que la película alcanzara en cuanto a recursos estéticos y narrativos un nivel acorde a los actores que estaba trayendo, ¿no? (risas) No voy a traer a esta gente a hacer una cosa básica, entonces sí, yo me siento bien.
A mí El lugar del hijo, como joven, me hizo sentir eufórico, y El empleado… me hace sentir así, pero desde un lugar más reflexivo. Una es mucho más radical y la otra más reflexiva, te paras desde otro lugar. Habla mucho de tu versatilidad.
Sí, y también que voy creciendo, pasa mucho tiempo entre una película y otra y la gente cambia; yo entre una y la otra tuve tres hijos.
Y también cambia el lugar político en el que situas la película. ¿Cómo crees que cae esta película en el cambio político y cultural que estamos viviendo?
Yo creo que bien, yo creo que es una película que dialoga perfectamente con el tiempo histórico que el país está viviendo, me encantaría que no solamente se acercara la gente de cultura como más de izquierda, sino que se acercara el otro lado, toda la parte más de centro o de derecha, los blancos, los cabildantes; toda la gente que se sienta identificada con el campo, me encantaría saber qué visión les devuelve la película. Dije “Vamos a poner publicidad en El país y en Radio Sarandí, para que se acerquen” (Risas). No, pero la verdad es que el público más culturoso sabemos que viene más de la izquierda, pero para mí es una película que es importante para todos porque más allá del aspecto político es una película humana, es un drama, habla del trabajo, el miedo por la muerte de los hijos, que lo tenemos todos los que somos padres, y es una película como en ese sentido social, hay derechos, hay responsabilidades, hay culpa, quién se tiene que hacer cargo, y me parece que también lo interesante es que es una peli que al final se las arregla para no juzgar a los personajes, te deja en un lugar donde vos tenes que aplicar la moral y hacer tu propio juicio sobre eso que la película pinta, porque como dice Jean Renoir en Las reglas del juego “razones tenemos todos” y eso es lo terrible de este mundo.